El rival en el arcén

Ciclismo | Tour 2004

El rival en el arcén

El rival en el arcén

ap

Armstrong sólo teme en los Alpes a los seguidores exaltados.

Resumen de las dos primeras semanas: salvo cataclismo nuclear (y Bush es amigo) Armstrong ganará el sexto Tour y, teniendo en cuenta que Basso, de momento, es más colaboracionista que adversario, los principales enemigos con los que se ha encontrado el americano han sido algunos aficionados vascos que le agobiaron en la ascensión a Plateau de Beille. Así lo explicó: Cruzamos por una zona de gente, la mayoría vascos que estaban muy exaltados, muy ruidosos y agresivos, aunque no todos se comportaban mal. Cuando llegamos a la zona que estaba protegida por las vallas, Basso y yo nos miramos y le dije: chico, es increíble que hayamos pasado sin que nos hayan asesinado.

El asunto ha levantado cierta polvareda y se ha sabido que Armstrong no fue el único perjudicado. Virenque aseguró que por primera vez había sentido miedo sobre una bicicleta y bromeó diciendo que temió ser secuestrado. Quique Gutiérrez, del Phonak, corrió peor suerte y fue golpeado (collejón).

Hubo insultos para el director de US Postal, Johan Bruyneel, e incluso el coche del Euskaltel fue increpado por los más fanáticos. En él viajaba Miguel Madariaga, mánager del Euskaltel. Cuando circuló por la última ascensión, Mayo ya estaba hundido y Zubeldia había abandonado. En el fútbol, cuando las cosas van mal, la toman con el entrenador o con el palco y ahora en el ciclismo sucede algo parecido, por eso se metieron con nosotros, gritándonos que era una vergüenza, que para esto era mejor no haber venido.

Aunque Madariaga explica la actitud de algunos aficionados como un contagio de lo peor del fútbol, lo cierto es que la politización del equipo es la que ha atraído a energúmenos que poco tienen que ver con el deporte, que aprovechan su repercusión para mostrar sus reivindicaciones y que consideran la derrota como una afrenta nacional. Por eso abuchean a Armstrong.

Son pocos, pero se notan. Se calcula que de los 200.000 aficionados que siguieron la etapa de Plateau de Beille, 85.000 podían ser vascos. Y sólo un puñado se comportó de forma agresiva. Yo intentaba ir por el centro de la carretera, pero cuando ondeaban sus banderas era peligroso, aseguró el americano.

La llegada hoy mismo de los Alpes reducirá el número de aficionados naranjas, color que se confundirá mañana con el de los seguidores venidos de Holanda, habituales de la subida al Alpe dHuez, también conocida como la montaña de los holandeses, pues allí han logrado victorias Zoetemelk, Kuiper, Winnen, Rooks y Theunisse.

No obstante, este tipo de incidentes no son nuevos en el Tour. En 1975 Merckx recibió un puñetazo en el hígado de un fanático de Thevenet, que luego le dejaría sin el sexto triunfo. Y en 1950 Bartali abandonó alegando que había sido asaltado por un seguidor de Bobet que le amenazó con un cuchillo. Entonces se corría por naciones.

Pero volvamos al ciclismo. Hoy la carrera llega a Villard de Lans, bonito nombre que recuerda a Perico (ganó allí en 1987 y 1988). Mancebo, que está torero, se insinúa como candidato al triunfo pues la etapa acaba en un puerto de segunda.

Hay terreno para atacar de lejos. Ya no hablo de derrumbar a Armstrong, sino de incomodarle, de descubrir su mal momento sin que nos lo tenga que confesar él al final del Tour, en París: lo siento, debisteis intentarlo aquel día.