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Atenas 2004 | Piragüismo

Cal se entrenó 3.800 kms para ganar el oro olímpico

Es como si hubiera ido remando desde Pontevedra a Estambul

Ladislao J. Moñino
Actualizado a
<b>IMPARABLE. </b>La potencia de David Cal, un auténtico portento físico, no tuvo rival en las aguas atenienses de Schinias y consiguió colgarse la medalla de oro.
carlos martínez

Cuando David Cal cruzó la meta para apuntar en el medallero el tercer oro español, el tiempo y un mito fueron derribados. El cronómetro estaba destrozado, tres minutos y cuarenta y seis segundos, marca de récord del mundo si en el piragüismo se registraran; no se establecen por las diferentes características de viento y oleaje que ofrece cada pista. A su derecha y cabizbajo, el mito derrumbado era el alemán Andreas Dittmer, oro en Atlanta y Sydney e invicto en los mil metros del C-1 desde 1999. Dittmer asumió el relevo natural a manos de una fuerza bruta de la naturaleza de tan sólo veintiún años.

De pequeño era como una patata, bajito y gordito. No parecía gran cosa, pero su evolución ha sido espectacular. Morfológicamente es distinto a los que ahora son sus máximos rivales. Él tiene otra manera de remar más agresiva. Este año lleva 3.800 kilómetros, aproximadamente la distancia entre Pontevedra y Estambul, en setecientos y pico entrenamientos. Ahora, su ataque al agua con la pala es tan fuerte que no pudimos utilizar la exclusiva piragua diseñada para él porque la hundía. Es capaz de mover mucho tonelaje en una sesión de gimnasio. En pectoral, por ejemplo, levanta 160 kilos, dice orgulloso su entrenador Suso Morlán.

Prodigio. Por la rapidez con la que ha llegado tan alto, se puede decir que David Cal va un ciclo olímpico adelantado; se le intuye un largo reinado, si acaso amenazado por el húngaro Attila Vajda, ayer bronce y de su misma edad. No se qué pinta aquí, es un yogurín, Dittmer tiene 32 años, Doktor 30..., explica Morlán, que no deja de asombrarse: Desde que le conocí en Pontevedra con catorce años siempre dejó detalles que invitaban a pensar que sería muy bueno. Debutó en competición internacional en un campeonato del mundo junior y sacó medalla. Además, es un témpano, hoy estaba yo más infartado que él antes de competir. El muy cabrón me miraba y se sonreía.

No menos impactante es que sea el alumno el que marca la pauta de la ampliación de conocimientos de su técnico: Cada vez te pide más. Tengo que estar continuamente leyendo bibliografía y buceando en internet para amoldar la embarcación y los entrenamientos a sus progresos en el crono. La última vez que Cal se enfrentó a Dittmer por un título importante fue en el Mundial de 2003. Ganó el alemán, pero a Morlán le sirvió para pulir detalles que significaran la medalla de oro en Atenas: Vimos vídeos del alemán y de Opalev para ver su fase de tracción, su impulsión y los metros por segundo que avanzan en cada palada.

Pese a ser diestro, Cal palea por la izquierda. Esa rareza nunca se la han tocado, pero sí le han trabajado lo que se denomina el punto crítico, nacido del binomio resistencia-velocidad. Ese punto crucial es en el que el palista se abre de piernas y rompe la linealidad que forman el pie delantero, la rodilla que apoya y el pie trasero: algo parecido a la redondez de un contrarrelojista en ciclismo. Trabajamos la técnica en una balsa frente a un espejo. Se trata de ganar, aunque sea, medio centímetro por palada. Como se dan muchas, si se multiplican por ese medio centímetro ganas cuatro metros que te permiten optar al oro. Y barrer el mito de Dittmer.