Los votos de España dan el triunfo a Londres

Olimpismo | Juegos 2012

Los votos de España dan el triunfo a Londres

Los votos de España dan el triunfo a Londres

helios de la rubia

Madrid lideró la segunda votación, pero cayó en la tercera

Gana Londres, gana Inglaterra, como hace 200 años en Trafalgar, pero ni Madrid, ni España pierden como entonces. Es más grave el golpe a París y Francia, la puntilla para el sueño olímpico de la Ciudad de la Luz. Y esta vez, ni España se hunde ante la flota de un nuevo almirante Nelson, ni Lord Sebastian Coe, el Lord de Londres 2012, cae en combate. No: Coe sale de Singapur al galope de un carro de fuego o de unas zapatillas mágicas. Corazón de atleta y clase de lord, nos deja un discurso admirable y un presagio de emoción: "Estoy en éxtasis. Esta es mi mejor medalla y ahora tenemos una hermosa historia que contar al mundo".

Tras el brillo de Coe y los Juegos de Londres se reavivan las imágenes sepia de Harold Abrahams y Eric Liddell, los atletas heroicos y estoicos de Carros de Fuego, la sensacional película de Hugh Hudson: los héroes que conmovieron a Inglaterra en unos Juegos celebrados en... París: hace más de 80 años. "C'est la vie". La vida que gira en los anillos olímpicos. El adiós de Nueva York en el segundo escrutinio electrónico, que Madrid lideró con 32 votos, dio paso a la tercera votación, la decisiva: el corte. Si Madrid pasaba ahí, hubiera llegado un playoff angustioso tras una hora de frenesí negociador, un asalto 15 entre Ali y Frazier o un sprint entre Lord Coe y el bon vivant Steve Ovett.

Pero, con las gargantas encogidas, el navío de Madrid 2012 encalló en la que pudo ser la cuenta más larga de una elección olímpica. Ya sin Nueva York, pese a su presentación a lo Hollywood, Londres tomó 12 de los votos proamericanos para saltar de los 27 de segunda ronda hasta 39: como las reservas de Wellington o Nelson. La columna del lobby anglosajón, el fruto de las 30 entrevistas de Tony Blair en su suite del Swiss Hotel con los jefecillos más móviles del COI. París también recogió algunos náufragos del Titanic de Manhattan.

Y Madrid quedó eliminada con 31: uno menos que en la segunda tanda. Con seguridad, ése era el voto del desdichado griego Lambdis Nikolaou, que consumió sus dos minutos sin apretar el botón. Un solo voto más de los contabilizados para Madrid, y se habría formado una histórica, con presumible impugnación sobre el tapete. No hubo lugar, porque incluso con el voto de Nikolaou, Madrid hubiera perdido. Hubiera sido derrota por uno, pero derrota, y casi más dolorosa todavía. Una hora después, como pasó también en los años que siguieron a Trafalgar, Londres recibió refuerzos de España contra el francés. Y ganó los Juegos por 54-50. En el Día del Juicio, Lord Coe se transfiguró en un profeta imbatible, enviado por la Reina Isabel en un carruaje de fuego, y, como la suma de Nelson y Wellington, redujo a cenizas el proyecto napoleónico de París. El sueño de Madrid sigue vivo.