¿Ha cambiado David Millar en estos dos años?

Mucho, he mejorado como persona. Antes mentía en mi profesión, y ahora no lo hago. Lo pasé fatal, me convertí en una persona horrible.

Usted se dopó.

Sí, lo hice consciente. Pero ahora también lo soy de una cosa: que se puede ganar una gran carrera sin doparse. De eso estoy seguro, y yo lo voy a intentar desde mañana. Debo probarlo con todas mis fuerzas, por mi familia, por vosotros los de la Prensa, por mí.

Y todo ello con la que se está montando en España en la Operación Puerto

Esta caza del dopaje que se está librando en España será fantástica para el ciclismo.

¿Cómo lo sabe?

Porque las nuevas generaciones de ciclistas y las que están por venir se van a concienciar de que doparse es malo para la salud y el deporte, y que no sirve para nada.

¿Lo ha pasado muy mal?

El primer año sí. Dejé de ser ciclista durante todo ese tiempo, ni siquiera me subía a la bicicleta. Entonces, cuando me puse a ver el Tour del 2005 por la televisión, me di cuenta que lo veía con ojos de niño, como lo hacía cuando tenía 15 años. Ahí descubrí que volvía a tener ganas de estar metido en un pelotón. Y aquí me tiene.

Eso, pelotón, ciclistas, compañeros Usted reconoció algo que otros no han sido capaces de hacer. ¿Cómo le van a recibir sus compañeros?

Bien. Al principio seguro que tendré un poco de miedo, pero supongo que no habrá problema. Yo ya soy un ciclista limpio al cien por cien, sin nada que esconder. Y cada día que pasa me alegro más por haber reconocido mis errores, que fueron muchos.

¿Y cómo ha recuperado el nivel físico ideal?

Me preparé con el equipo británico, y luego recibí toda la ayuda del equipo de Matxin. El Saunier Duval ha confiado en mí, y eso es algo que tengo que agradecer.

¿Está para ganar el prólogo? ¿O quizás para algo más?

Puedo ganar el prólogo, pero quiero estar arriba. Mi gran rival de mañana será Zabriskie.