-Han pasado 50 años de aquel Tour que fue suyo... ¡Qué recuerdos!

-Imborrables. Tengo 79 años, vivo en Vichy (ciudad balneario situada en el Macizo Central francés) un poco alejado de todo, pero sigo conservando en la memoria todas las etapas de aquel Tour de Francia.

-Pues adelante

-Empecé la carrera con la intención de ser el primer francés. Venía de ganar una etapa en la Vuelta a España y de sentirme más fuerte que Bauvin, mi jefe de filas. Me dijeron que tirara de él en la montaña, pero yo podía ir más lejos.

-Salió de Reims con moral, ¿no?

-Sí, pero se me vino abajo enseguida. Tuve problemas en un manillar y perdí seis minutos tratando de atornillarlo. Ahora mismo no pasaría... Llegué a la meta convencido de que ese debía ser mi Tour.

-¿Y qué hizo para conseguirlo?

-Pues escaparme en cada etapa sin mirar atrás. Cogí el maillot amarillo en Angers después de una fuga con más de 30 corredores. Fue el día clave, porque llegamos con 18 minutos de ventaja.

-¿Cómo se lo tomó la gente?

-Mal. Yo pertenecía a un equipo regional y no era políticamente correcto que tuviera el maillot ante los grandes, como Gaul, Bahamontes, Wagtmans. Así que decidí que no tenía nada que hacer con ellos, y me dejé que me quitaran el amarillo en Burdeos perdiendo nueve minutos en la meta.

-¿Y entonces?

-En Gap volví a coger cinco minutos, en Turín llegué a meta con otros cinco minutos. Creo recordar que estuve ocho días seguidos por delante del pelotón.

-¿No acusaba el esfuerzo?

-Por la noche me tumbaba en la cama sin saber si al día siguiente podría levantarme. Estaba muerto.

-El Tour era suyo.

-Sí, en la Croix de Fer. Me metí en el grupo de los buenos, con Gaul, Ockers y Bahamontes. Ellos querían la etapa y yo la general, así que no nos entendimos bien. Me lancé solo camino de Grenoble para ganar el mayor tiempo posible. Cuando llegué al velódromo ya no podía ni dar pedales, pero lo había conseguido. Gaul y Federico me cogieron. Ganó Gaul.

-Lo suyo fue ciclismo-aventura.

-Fui la demostración de cómo un ciclista con libertad puede llegar a lo más alto. Ahora eso no puede suceder, es imposible que un Tour se gane como lo hice yo. Los ciclistas tienen demasiada información, y el ciclismo está al servicio del sprinter. Por eso las fugas no culminan casi nunca.

-¿Qué le dio el Tour?

-Fama, pero no tanta. A mí me han valorado ese Tour con el paso de los años. Tengo la gloria, aunque me haya llegado tarde. Jacques Goddet (52 años director del Tour) me reconoció que el mejor Tour fue el del 56, el mío. Eso es incontestable.

-¿Armstrong lo fue?

-Las cifras lo dicen, aunque yo me quedo, sin duda, con Anquetil, Hinault o Merckx.

-¿Le veremos en este Tour?

-Sí, el sábado de la crono antes de París. Me regalarán una bici. Ahora, a mis 79 años... Ya le he dicho que a mí la gloria me llega con 50 años de retraso.

-Pero suya es. Gracias.

-De nada. Por cierto, si ve a Bahamontes por ahí le da usted recuerdos de mi parte.