"Pereiro es tan caliente que hay que frenarle"

Álvaro Pino

"Pereiro es tan caliente que hay que frenarle"

"Pereiro es tan caliente que hay que frenarle"

S. sAS

Álvaro Pino, el penúltimo ídolo del ciclismo gallego, rescató a Óscar Pereiro del pozo del pelotón portugués en 2002 y le fichó para el Phonak. Y tienen más en común: "Es un corredor de temperamento caliente, como lo era yo".

Así que usted fue quien rescató a Óscar Pereiro del ciclismo portugués.

Pues sí. Cuando me hice cargo del Phonak en 2002, Pereiro fue mi primer fichaje. Le llamé un día por teléfono y le dije: "¿Te apetece venirte? Piensatelo". Y me contestó: "No me hace falta, ya te digo que sí". Ni hablamos de dinero, ni me preguntó por el contrato, ni nada.

Óscar cuenta que cuando colgó el teléfono se puso a llorar en brazos de María, entonces su novia y ahora su mujer.

Sí. Pero eso no me lo dijo hasta que pasó un tiempo. "Te voy a contar una cosa", me vino un día. Y me confesó que lloró. Él estaba en una situación muy difícil, porque el ciclismo de Portugal no tiene mucho nivel y él vio una salida en mi oferta.

Usted ya le había intentado fichar para el Kelme, ¿no?

Sí. Fue en el año 1998, me parece. Hablé con Pepe Quiles de ficharle, pero como entró la Diputación de Alicante como patrocinadora, tuvimos que tirar de chavales de la tierra.

¿De qué le conocía?

Porque corría en el Aguas de Mondariz, el equipo de aquí, de Ponteareas. Yo tengo mucha relación con ellos y ya me habían avisado de que tenían un chico muy bueno, que había tenido una gran actuación en la Vuelta del Futuro, que es como el Tour del Porvenir, pero en Portugal.

El tiempo ha confirmado que la apuesta era buena.

Sí, pero no sólo por los resultados actuales. Yo ya conocía su carácter y ambición. En el primer año con el Phonak nos sacó las castañas del fuego. Con la sangre que tiene, se metía en todas las fugas. Los suizos son más fríos y les costaba más. Óscar venía luego y me decía: "Es que éstos son unos muertos...". Pereiro transmitió mucho al equipo y dio imagen. El primer Giro lo acabó décimo.

Un espíritu inconformista...

Ésas son sus mejores virtudes. Su ambición, su inconformismo... Tiene tanto cáracter y la sangre tan caliente, que el segundo año tenía que frenarle. Es muy positivo, nunca mira atrás. Además, crea muy buen ambiente. Cuando Unzué quería ficharle me llamó para pedirme referencias y le dije: "Con éste no tendrás problemas".

Efectivamente, en este Tour dio muestras de no rendirse.

Cuando salió mal de los Pirineos le llamé para animarle y me dijo: "Esto no ha acabado". Y yo le contesté: "Para eso te he llamado". Él no esperaba el podio ni el amarillo, pero sí que le quedaba algún día grande.

¿Podrá ganar algún Tour?

Que gane un Tour será difícil, pero a favor tiene su capacidad de sufrimiento y su afán de superación. Pereiro no es un superclase, pero tiene una buena edad y está abierto a progresar. En este Tour se le presentó la ocasión y se le escapó, pero en los Alpes demostró que está cerca de los líderes. Con los pies en el suelo digo que no puede ganar un Tour, pero conociéndole sé que se puede esperar cualquier cosa de él.

¿No le recuerda en algunas cosas al ciclista Álvaro Pino?

Nunca me lo habían preguntado, pero sí... Yo no daba nada por perdido, lo conseguí todo a base de sufrimiento. En la Vuelta a España de 1988 me metieron más de seis minutos en un abanico camino de León. La general la tenía perdida, pero yo, en lugar de rendirme, gané las dos siguientes etapas en Brañillín y la cronoescalada al Naranco. Sí que tiene similitudes. Los dos somos de temperamento caliente.

¡Qué pena que esa similitud no se extendiera a la crono de Jerez donde usted remató su victoria en la Vuelta de 1986!

El día antes de la crono del Tour también le llamé para eso. Le recordé que yo gané aquel día a especialistas como Fignon y Kelly, y le dije: "No te presiones". ¿Y sabe qué me contestó? "Voy a morirme en la bici".