Dos árbitros noruegos roban el pase a España en Alemania

Balonmano. Mundial de Alemania | España 25 - Alemania 27

Dos árbitros noruegos roban el pase a España en Alemania

Dos árbitros noruegos roban el pase a España en Alemania

afp

Favorecieron descaradamente a Alemania en los últimos minutos

España se cayó de la nube de campeona de la peor manera posible. No perdió el título, se lo robaron en uno de esos expolios deportivos que sólo se ven de tarde en tarde y se recuerdan para siempre en la memoria colectiva. Frente a la Alemania de los 20.000 hinchas se jugó el mejor partido de lo que va de Mundial, no se arrugó nadie, ninguno se sorprendió por un ambiente deportivamente hostil, pero no se contaba con la actuación de dos noruegos con fama de valientes (Abrahamsen y Kristiansen), que con una labor descaradamente parcial ultrajaron el ideal de un árbitro y pusieron en evidencia que la inversión económica que ha hecho la organización no se sólo para celebrar el mejor Mundial, es para ganarlo.

Esta vez el arbitraje no es una justificación en la derrota, ni un recurso ni el tópico en la decepción. Esta vez es un atraco con mayúsculas, con dolo, porque estaba preparado, diseñado y hasta con una estrategia clara. Cuando España, pese a todo, amenazó con la sorpresa de las sorpresas en el minuto 51 (23-23), los dos escandinavos no se inmutaron, ni se sonrojaron como gambas al sol de Mallorca: falta en ataque, penalti y exclusión. Redondo. Tres decisiones seguidas contra España para empujar a los alemanes, para reponerles su colchón. No, ayer los españoles no podían ganar. De ninguna manera. Si por juego era imposible evitarlo, hay otras maneras. Demostrado.

Y el caso es que Alemania empezó mejor que los nuestros. Cobró ventaja, parecía más entera, controlando el juego, buscando los huecos y sacando partido de sus pivotes en los seis metros. Sí, los de casa parecían dispuestos a barrer a los de Pastor, pero España estaba plantada y seria, no perdía balones (buen partido de Raúl como central), no jugaba sin ton ni son, y si bien es cierto que renqueaba (dos penaltis fallados en esos minutos), también lo es que con Urios la defensa se empleaba dentro de los seis metros, con los noruegos sacando las faltas fuera.

Al descanso se veía que España llegaba viva, que Alemania renqueaba y la adrenalina del inicio eran babas de cansancio. Se demostró a la vuelta: la diferencia se esfumaba. Alguien debió gritar "balones a Urios, que los arrolla", como aquello de Sabino en el fútbol. Y Rolando fue una máquina imparable, que elevó el listón ofensivo, y eso que Fritz hizo paradas de mérito, y fue con Pascal Hens (el lateral estrella, inédito en la primera parte) el único de los alemanes con relativa inspiración en esta mitad.

El ajuste defensivo al principio parecía que podría tener premio. Porque España jugó mejor que Alemania, y si concedía el caserismo habitual en los arbitrajes, este fue el acabóse. Cuando los de Heiner Brand titubeaban con un 24-25: pasos de Alberto amenazado inexplicablemente de pasivo y negándole la falta clara, exclusión de Juancho Pérez y penalti a favor de los alemanes para completar la acción, la segunda redonda en menos de cinco minutos, los últimos, los del ultraje.

Rolando Urios destrozó el reloj

Rolando Urios fue elegido el mejor jugador del partido. Desencajado, salió a recoger su reloj, y de regreso al banquillo lo estampó contra el suelo. Lo mismo que Íker Romero, que desapareció de la pista sin poder ser retenido por el presidente de la Federación, que intentaba que el grupo se quedase en la pista para los saludos de rigor.