El mundo espera era el lema de la velada calificada como la más grande de los últimos tiempos, la pelea de los récords. El duelo entre el campeón del superwelter del Consejo Mundial de Boxeo, Óscar de la Hoya, y el que muchos consideran el mejor boxeador libra por libra, Floyd Mayweather (esta clasificación la estableció la revista The Ring, la biblia del boxeo, para elegir al mejor púgil más allá de divisiones de peso). Y ganó el aspirante. A los puntos y por decisión dividida (116-112, 115-113 y 113-115 en la cartulina de los jueces). A la gran pelea le faltó la guinda del KO. Pero dejó una cierta polémica y el consuelo para el derrotado, que ejercía de organizador del combate a través de su promotora Golden Boy, de que su fabulosa bolsa de 18,2 millones de euros superaba los 10,9 que recibió su rival.
El choque se había publicitado durante tres meses y medio, los dos se habían recorrido once ciudades de Estados Unidos para calentar la cita y en el MGM de Las Vegas las 17.000 entradas volaron en una hora. Las sillas de ring se vendieron por 1.400 euros y, según los medios norteamericanos, a algún loco no le importó soltar 18.400 por tener el privilegio de sentir de cerca los bufidos del ídolo latino, paradigma de chico bueno, y el chaval de infancia difícil y amistades peligrosas con raperos baleados como 50 Cent.
Mayweather tenía en contra que subía de peso, pero a su favor jugaban su mejor defensa, su palmarés inmaculado (38 victorias ahora con 24 KO's y ninguna derrota) y su menor edad (30 años por los 34 de De la Hoya). Así que Pretty Boy sumó su sexto título mundial en cinco categorías diferentes merced a una mayor efectividad. De los 481 golpes que lanzó, conectó 207; mientras que el campeón sólo impactó con 122 de los 587 que intentó, aunque llevara el peso del combate.
"Fui el único que estuvo en la pelea y salí desde el principio a dar espectáculo y buscar un triunfo que los jueces no me quisieron dar", se quejó De la Hoya. "Lo intentó, pero nunca pudo superar al mejor. Los golpes más duros fueron míos", opuso Mayweather. En principio, los dos han dicho que colgarán los guantes. Pero ya se oye el runrún de una posible revancha. Aún queda un KO por vender.
