"Me inyectaron EPO y pensé: espero que no se me pare el corazón"

Jörg Jaksche

"Me inyectaron EPO y pensé: espero que no se me pare el corazón"

"Me inyectaron EPO y pensé: espero que no se me pare el corazón"

afp

AS inicia hoy un serial en el que se reproduce la entrevista del semanario alemán 'Der Spiegel' a Jörg Jaksche, ciclista que pertenecía al Liberty de Manolo Saiz cuando estalló la Operación Puerto. En ella, reconoce las prácticas dopantes de Eufemiano Fuentes.

Der Spiegel: Señor Jaksche, usted inició su carrera como profesional hace 10 años en el equipo italiano Polti. En aquel momento, el director era Gianluigi Stanga, que lleva al frente de equipos desde 1983. En la actualidad, Stanga es el director del Milram, en el que corre también Erik Zabel. ¿Cuándo entró usted en contacto por primera vez con el doping?

Jaksche: En la París-Niza de 1997, mi primera gran carrera. Todo estaba marchando muy bien, en una etapa conseguí coronar el Mont Ventoux en el grupo de cabeza. Lo recuerdo perfectamente, de veras, ya que fue un día decisivo para mí. En la meta, Stanga se acercó a mí y me pregunto: "¿Qué has tomado?". No le comprendí y le pregunté: "¿Y qué debería haber tomado?". Seguramente debió pensar que le estaba tomando el pelo. Por la noche, ya en el hotel, vino a mi habitación, que yo compartía con Dirk Baldinger. Stanga me sacó sangre y midió mi valor de hematocrito para averiguar si me había metido EPO. Di un valor de 41, relativamente bajo. Me quedé mirando a Baldinger: "¿Qué está haciendo? ¿Qué significa esto? ¿Es bueno o malo?". Stanga sólo dijo: "Cinco años de contrato para Jaksche". Entonces yo era bastante ingenuo, la verdad.

Como amateur fue campeón júnior en el campeonato por equipos en ruta y, con la selección nacional, subcampeón mundial en categoría júnior. ¿Allí no había doping?

En mis años de amateur y de júnior no me dopé jamás. Claro está que, cuando en aquella época corríamos en Italia, nos quedábamos a menudo con la boca abierta. Allí ibas con toda la selección nacional amateur encajonado en el puesto 160 o 170 y te preguntabas: "¿Cómo pueden ir tan rápido personas normales y corrientes?". Tabletas de cafeína, un par de tragos de cola mezclada con champán, un estimulante para los últimos kilómetros antes de la meta, una aspirina, eso era todo lo que tomaba. Nada que en aquel momento estuviera incluido en la lista de dopaje. Pero se va acostumbrando uno a tomarse algo, lo que sea, para que al día siguiente la cosa vaya mejor. Cuando te vas a México, a los centros de entrenamiento de alta montaña, entiendes todo el contexto. Con los entrenamientos en alta montaña se pretende que aumente el número de glóbulos rojos en sangre, los encargados de transportar el oxígeno. Y en algún momento se te ilumina la bombilla y te dices: pero si el mismo efecto se puede conseguir con medicamentos... Así se va acumulando con el paso de los años todo un mosaico de avances científicos.

(Jaksche tenía 20 años y ganaba en el Polti 40.000 marcos -20.500 euros- al año. En 1997 Jan Ullrich ganó el Tour de Francia, fue un año triunfal para el ciclismo alemán. Por aquel entonces la EPO no estaba controlada directamente, entonces no se hablaba apenas de doping. En enero de 1997, el equipo Polti se encontraba concentrado en la costa de Liguria para entrenarse).

¿Podía seguir el ritmo?

Estaba en buena forma, rodaba en la montaña con facilidad. Tras los entrenamientos, un médico del equipo Polti dijo que tenía que tomar vitamina B12, ácido fólico y hierro. "No hay problema", le contesté, "ya me lo compro en casa". "No, quiero decir que te lo damos nosotros y cuando estés en casa te lo inyectas tú mismo." Así comienzas a engancharte paulatinamente, no te das ni cuenta.

¿Cuándo le inyectaron EPO por primera vez?

Poco antes de la Vuelta a Suiza de 1997. Estábamos en un Hotel del Lago Constanza. Stanga dijo que quería comenzar ya con el tratamiento. Quería encontrar lo que mejor funcionara para mí. Lo que en realidad quería decir era: "Te vamos a enseñar cómo funciona el ciclismo". Fue mi bautismo de fuego. Un cuidador me inyectó EPO por la tarde en mi habitación. De la cantidad precisa no puedo acordarme, pero en aquellos tiempos sabía que la EPO espesaba la sangre cuando la dosis era demasiado alta. Ya en la cama pensé: "¡Espero que no se me pare el corazón esta noche!" Durante los días siguientes recibí también pastillas de Medrol, que contienen una hormona del córtex adrenal e inhiben las inflamaciones. Y también probaron conmigo el Synachten, que favorece la propia producción de corticoides, actúa con gran rapidez y va muy bien para carreras de un día o etapas importantes. Al inicio de la etapa te sientes mal, un poco hinchado, como si hubieses bebido mucha agua. Pero tras 80 kilómetros notas de repente un clic. El problema era que empezaron a salirme pequeñas pústulas de cintura para arriba y en los brazos. Tras la Vuelta a Suiza me trataron en Nuremberg. Los médicos especulaban con el origen, pero yo no les podía decir lo que había tomado. Finalmente, me trataron en Italia, me dieron antibióticos durante una semana y me debilité mucho. Stanga comentó, bromeando: "Bueno, espero que no tengas alergia a la EPO".

(Jaksche no pudo correr el Tour de Francia en su primer año como profesional debido al debilitamiento causado por el tratamiento con antibióticos. 1997 fue el año que vio a Jan Ullrich ganar el Tour y convertirse en un héroe. Más de doce millones de espectadores lo siguieron por la televisión alemana).

¿No se preguntó usted en sus comienzos qué era lo que pasaba con los profesionales?

Quería dejarlo, me sentía mal conmigo mismo. El inyectarse era para mí simplemente demasiado asocial. Pero con el tiempo me acostumbré. En algún momento comenzaron los primeros pequeños éxitos, quieres ser profesional y no ves mucho más allá. Es justo como lo describió Bjarne Riis durante su confesión: la medicina pertenece a su vida cotidiana.

Usted continuó.

Stanga mejoró mi contrato. En 1998, en mi segundo año de contrato, ganaba ya 80.000 marcos (40.000 euros). Él decía: Tienes que ser la revelación del Tour. Si quedas entre los 20 primeros, no pagas nada por las medicinas.

¿Era Stanga quien suministraba los medicamentos?

Quién los suministraba entonces, eso no lo sé. Al menos en mi caso. ¿Dónde iba a hacerme con el material? ¿En la farmacia de Ansbach? Mi temporada estaba organizada en torno al Tour de Francia. Dos semanas antes de la Vuelta a Suiza comencé con el tratamiento de EPO. Entre 1.000 y 2.000 unidades en días alternos. Ya no había más escrúpulos. Te decían que no era tan malo como parecía. Yo hice lo que debía para realizar mi trabajo de la mejor manera. La lógica es: amoldas tu rendimiento al de los demás, porque todos lo hacen. En el ciclismo se vive en un mundo aparte.

¿No tenía usted miedo de echar a perder su salud?

Aunque pueda sonar presuntuoso, sí, me dopé, aunque no hasta la exageración. Nunca tomé hemoglobina artificial ni nada semejante, en cuyo caso se puede experimentar un shock alérgico. Y te tranquiliza saber que un culturista toma 16.000 unidades diarias de hormonas del crecimiento, mientras que nosotros tomamos 800 para regenerarnos. Entonces piensas: bueno, tampoco es para tanto.

(Tres días antes del comienzo del Tour de Francia de 1998 en Dublín, un masajista del equipo Festina fue detenido en la frontera franco-belga. Su coche estaba lleno de ampollas de EPO y otros preparados. La noticia llegó rápidamente a Dublín, donde los equipos se preparaban para el inicio del Tour).

Al principio pensé: ¿Por qué se ponen así si todo el mundo hace lo mismo y es completamente normal? ¿Qué hay de malo en ello? El doping no le gustaba a nadie, ni a Stanga ni a Riis ni a nadie pero ya se sabe que en el mundo en el que vivimos no existe conciencia de la injusticia. Pero no cabe duda de que la situación era desagradable, y cuando continuó el Tour en Francia, reinaba un ambiente de temor a la policía y a la Ley Antidopaje. Le pregunté a Jens Voigt, que en aquella época corría para el equipo francés del Gan, cómo iba a afrontar el tema su equipo. Voigt dijo: nos han recomendado ir escondiéndolo todo a lo largo del trayecto y volver a recogerlo después del Tour. En aquel momento teníamos la sensación de estar comportándonos en cierto sentido como bandidos. En nuestro equipo, a alguien se le ocurrió la idea de esconder la EPO en una aspiradora con doble fondo que llevábamos durante el Tour a todas partes en nuestro autobús. Polti, nuestro patrocinador, era de hecho fabricante de electrodomésticos. En las aspiradoras de Polti cabían ampollas de 10.000 junto con los acumuladores de refrigeración. Por las noches, después de las etapas iba hasta el autobús y me inyectaba. Durante el Tour me metía 2.000 unidades cada dos días, además de hormonas de desarrollo para tener una mejor regeneración e insulina para que se llenaran más rápido las reservas de hidratos de carbono. Pero después de diez o doce días aquello se terminó, el riesgo era demasiado elevado.

(Se desató el caos, se excluyó al equipo Festina, Ullrich llevaba el maillot amarillo y se hundió en la montaña. (...). Fue el Tour de la Gran Farsa. Aún así, llegaron a la meta en París 96 de los 189 ciclistas profesionales que habían iniciado la carrera. Entre ellos, Jörg Jaksche, el dorsal 146, en el puesto 18. Fue también el Tour en el que Jaksche logró firmar un nuevo contrato, en este caso con el equipo Telekom por 300.000 marcos (153.000 euros) por temporada y recibió como regalo un coche oficial de la marca Audi. "No tenía ninguna preocupación. Pensaba: "Genial, el Telekom, el Bayern de Múnich del ciclismo: ¡adelante!").