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Pekín 2008 | Ceremonia de inauguración

China asombra mientras España se divierte

Mágica ceremonia en la que los nuestros rompieron el protocolo

Tomás Guasch
Actualizado a

Pekín 2008 ganó ayer la primera medalla de estos Juegos Olímpicos con su extraordinaria ceremonia de apertura, pura magia de principio a fin, que tuvo un colofón espectacular e inesperado en el encendido del pebetero: el legendario gimnasta Li Ning (cuya empresa de ropa deportiva viste al equipo español) fue izado hasta lo más alto del estadio, 69 metros. Guiado y sostenido por un cableado móvil compuso una imagen inolvidable, pues el efecto óptico conseguido hizo parecer que corría sobre el aire, rodeando el estadio hasta el pie del pebetero. Nunca el fuego olímpico subió tan alto. Cuando llegó a su destino prendió un reguero de pólvora que acabó activando el encendido entre el clamor general. Fue el colofón a un derroche de imaginación, sorpresa y buen gusto para una ceremonia que los chinos presentarán como la mejor de siempre y difícilmente se podrá contradecirles. China asombró al mundo y España se divirtió: nuestros representantes protagonizaron un loco y festivo desfile, ajeno a todo protocolo, que sorprendió a la feliz organización.

El 8 le trajo a China la suerte esperada en un estreno colosal. Cincuenta y cuatro altos mandatarios ocuparon su lugar en el palco de autoridades junto al presidente Hu Jintao quien, en su discurso, habló del nacimiento de una nueva era para su país, lo que provocó un verdadero delirio en la grada. Bush, Sarkozy, Lula, naturalmente los Príncipes de Asturias, compartieron con presidentes y ministros de países de todo el mundo las cuatro largas horas de ceremonia. La China de antes, la de hoy y la de mañana, desfiló ante los ojos del mundo, que recibió pronto un mensaje de Confucio que resume el espíritu que China quiere impregnar a estos Juegos: "Amigos que vinisteis de tan lejos, ¡qué felices somos!". Felicidad que hay que desear a las 10.000 parejas que contrajeron ayer matrimonio en todo el país, convencidas que este 8 del 8 de 2008 les traerá la fortuna. En lo personal y como ciudadanos de un país cuyos dirigentes parecen dispuestos a acercarse de forma definitiva a occidente.

El acto tuvo sus momentos chinos, por lo sorprendente, como cuando 57 niños de las diferentes etnias del país (entre ellas la tibetana) entregaron la bandera de su país para su izado a unos soldados. No corría el viento, pero la enseña no dejó de ondear casi con furia: ¡le habían adosado un ventilador! Cinco mil años de cultura china fueron repasados por los 15.000 participantes, ¡15.000!, en la ceremonia inaugural que contó con la presencia de 204 países: el único representante de Brunei Darussalam se indispuso y causó baja.

Desfile.

Tras el primer acto de la ceremonia llegó el desfile de los participantes, la parte más tediosa. El Comité Olímpico Internacional pidió a los atletas que desfilaran en grupos de diez y se abstuvieran de grabar y fotografiar hasta llegar al lugar reservado a su delegación. Todo fue bien hasta que apareció España. ¡A los 100 metros de desfile, el caos era total! Cámaras por doquier, filas rotas para guiñar a la cámara de televisión, atletas toreando con sus chaquetas. Las chicas del hockey salieron con abanicos y en cada uno de ellos, una dedicatoria. La de Silvia Muñoz fue "Sí quiero". Iba para su novio, Bernardino Herrera, portero de la Selección en tantas ocasiones, esta vez ausente por decisión técnica.

Estrellas.

No estuvo Pau Gasol, que cuida sus piernas (se calculan siete horas de pie durante la ceremonia), pero sí Rafa Nadal, que se lo pasó en grande cuando un compañero arrebató una guitarra española a una de las cuatro orquestas que intervinieron. Santi Freixa, la estrella del hockey, explicó emocionado: "Hemos roto el protocolo porque lo nuestro es la alegría. Hemos ensayado las canciones de la Eurocopa (¡Podemos!, ¡A por ellos!...) y las hemos cantado y bailado todo el tiempo". La magia de Pekín y la alegría española se unieron en el inicio de los Juegos, cuyo arranque no pudo ser más brillante y el mejor augurio para quince días maravillosos del deporte mundial.