Fue como en las películas de vaqueros buenos. El héroe, Michael Phelps, nada que ver con Clint Eastwood o Eli Wallach, acabó abrazado con su madre, Debbie, entre lágrimas y ramos de flores. Lloraban las hermanas de Michael, Hillary y Whitney. La ilusión del romanticismo sólo se rompía por el ametrallamiento en clicks rabiosos de decenas de motores de cámaras de fotógrafos, con el cuchillo entre los dientes. Eso no le pasa a los héroes del Far West. Hubo tristeza para otra heroína, Dara Torres (41 años), derrotada por Brita Steffen y una sola centésima en la final del 50 libre de sus quintos y últimos Juegos Olímpicos.
Pero Michael, nuestro héroe del Cubo de Agua y de Baltimore se portó como un héroe hasta el final de los Juegos. Los Juegos de China ya son los Juegos de Phelps que destapó su octava maravilla con una tercera posta prodigiosa en el relevo 4X100 estilos. En esa posta, mariposa, Phelps se tiró tercero tras Japón y Australia. La furia de Kitajima, emperador de la braza, había hecho líderes a los japoneses. Pero, en mariposa, Phelps convirtió el Cubo de Agua en el Mar del Coral y, como en aquella vieja batalla naval, los mejores portaaviones estadounidenses acallaron los gritos de banza' que llegaban desde el Viento del Cielo. En la mariposa, Phelps galopó de nuevo sobre las olas, tirando a compás de hombros y caderas con vigor y coordinación irresistibles. Cuando Michael Phelps tocó la plancha por última vez en estos Juegos, EE UU ya lideraba el último relevo.
Y en nado libre, Jason Lezak apuntilló a australianos y japoneses y selló el octavo oro de Phelps, su séptimo récord mundial en Pekín: 3:29.34. Lezak, un manojo de músculos, había salvado a Phelps en el 4X100 libre, y Lezak tuvo el honor de cerrar los Juegos de Phelps. Esta vez no hubo un puesto de consolación para el blandito Crocker
Roma 2009
Y ahí acabó todo, con Michael abrazado a Debbie, Hillary y Whitney, tras siete récords mundiales y ocho medallas de oro. Y el héroe regresará en el Mundial 2009 de Roma... y anticipa que seguirá mascando oro en 2012. Hasta siempre, Mark Spitz. Hasta la vista, Michael...
