Tormenta en los 100 metros: 'Relámpago Bolt'

Atletismo | Mundiales de Berlín

Tormenta en los 100 metros: 'Relámpago Bolt'

Tormenta en los 100 metros: 'Relámpago Bolt'

reuters

Tyson se resiente, Usain pasea y Powell acecha en la final (21:35)

Lo anticipó esa apretadísima montaña de músculos escarpados artificialmente, Chambers: "En este tipo de situaciones, algunos hacen crack". Y, tras los cuartos de final, Gay, campeón mundial de 100 hasta hoy, dio la razón a Chambers: con cierto rictus de amargura. "Mi ingle está contracturada, molesta mucho, he intentado correr un poco en conserva", reveló Gay. Dicho así, parece que los dados estén ya lanzados sobre la final de 100, en esta tensa noche que viene en el Olympiastadion. Parece escrito que habrá tormenta sobre la recta que gobernó Jesse Owens y en esa tormenta reinará el relámpago Bolt. Pero

Los velocistas también juegan cartas mentales. Para empezar, Gay, con la ingle molesta, despidió el sábado con 9.98, en la cuarta serie de cuartos de final, segunda mejor marca del día tras los 9.95 de Asafa Powell. Esa es otra: nos hallamos ante la que podía ser una situación ideal para Asafa, liberado de los demonios psicológicos que se le desatan cuando carga con la presión del triunfo.

Powell fue un látigo en su serie de cuartos. Marcó 9.95 con zancadas tan colosales como repletas de insolencia: "Estaba corriendo demasiado fácil llega a asustar un poco". Después fue cuando Gay dijo lo de la ingle. Pero Tyson añadió: "Apenas he trabajado las salidas y he corrido un poco frenado. En esas condiciones, un 9.98 sienta muy bien. Ahora tengo que ponerme las pilas". Expresión literal para eso de 'ponerse las pilas': "Get the kinks out".

¿Y Bolt? Pues como Chambers cuenta: por las camillas de masaje y pistas de calentamiento: relajado, feliz. En las series del sábado apenas apareció esa bruñida sombra gigantesca de Alien que proyecta cuando extiende sus articulaciones. En cuartos, Usain se dedicó a un show con otro caribeño, Daniel Bailey (Antigua), su compañero de entrenamiento con Glen Mills. Si la idea es mostrar una sensación de superioridad absoluta, la representación es notable.

De paseo.

En cuartos, Bolt había empezado a desplegar su sexta velocidad cuando Bailey le dijo lo que cualquier coleguilla de entrenamientos suelta al amiguete que corre mucho más rápido: "Tío, déjate ir un poco, porfa". Bolt, en la calle cuatro, miró a Bailey, calle tres; luego se giró a la calle cinco, donde el inglés Williamson echaba el bofe. Usain hizo un poco el payaso con Bailey y le dejó ganar la serie: 10.02 para Bailey, 10.03 para Bolt. Entraron de paseo. Hasta Williamson, que quedó eliminado, quinto con 10.23, no paraba de reirse. Esto sí que no lo hubiera logrado Jesse Owens.

Pero quizá tampoco Owens hubiera conseguido (han pasado 73 años) desencadenar una tormenta de velocidad como puede explotar esta densa noche (21:35 horas) en la final de 100 metros, en la dura, diamantina pista azul del Olympiastadion. Más de 70.000 espectadores van a vibrar ante lo que puede ser la Carrera del Siglo, como uno de aquellos Combates del Siglo, Joe Louis-Schmeling, Ali-Frazier, Ali-Foreman. Descontando lo que pueda pasar en semifinales, tres horas antes, Bolt, plusmarquista mundial, es quien debe manejar la tormenta: Bolt, el relámpago.