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Rugby - VI Naciones | Irlanda 21 - Gales 23

Oda al rugby en Dublín de la Sinfónica de Cardiff

Gales se llevó un partido descomunal contra Irlanda.

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<b>ESPECTÁCULO. </b>Davies se lanza en busca del ensayo en los primeros compases del partido. Al final, el protagonista sería Halfpenny (arriba) que convirtió el golpe decisivo.
ESPECTÁCULO. Davies se lanza en busca del ensayo en los primeros compases del partido. Al final, el protagonista sería Halfpenny (arriba) que convirtió el golpe decisivo.reuters / afp

Gales tiene tres millones de habitantes. Inglaterra, un millón de jugadores de rugby. Sin embargo, el mejor equipo de la historia del rugby surgió en ese pequeño país en el que el rugby es el deporte rey. En los 70, la llamada Sinfónica de Cardiff de Barry John, Gareth Edwars, Gerald Davies, JPR Williams, JJ, Mervyn Davies o John Taylor desplegaba un rugby dominado por el hywl, vocablo galés emparentado con el talento y la diversión. Aquella Gales no perdió nunca en Cardiff, pero su legado fue una filosofía de juego que sale a divertirse y divertir, a atacar balón en mano.

Ayer en Dublín vimos en Gales que jugadores como Jonathan Davies, North, Jamie Roberts, Warburton, Priestland o Halfpenny han devuelto al rugby profesional el hywl. Enfrente estaba Irlanda, cuyo indómito espíritu la ha convertido en una selección admirada. Nunca se rinde y su agresividad defensiva es devastadora. Ayer ambos escenificaron una oda al rugby. El arranque galés fue sublime, la continuación irlandesa excelsa. Pelotas tensas en la cara de la defensa, fijaciones, percusiones y transmisiones de manual, ataques magistrales por el eje para atraer a la defensa y ganar la superioridad en el ala, robos de touch, contrarucks, up & unders perfectos, off loads de libro

El partido fue como pasear por un museo, en cada rincón surgía una obra de arte. A cada ruptura de North le sucedía otra de Bowe, a cada genialidad de Roberts contestaba Kearney, a cada conquista de O'Connell le seguía una estampida de Faletau, a cada aparición de Jonathan Davies respondía con otra O'Brien. Hasta en errores empataron, pues ni Priestland ni Sexton tuvieron su día en el pateo. Pateo, por cierto, que en Dublín se ejecuta ante el venerable silencio de la sabia grada.

Justicia. El partido lo resolvió una patada de Halfpenny (21-23), quien se quedó a una cuarta de meter a Gales en la final del Mundial. Quizás fue la justicia poética del rugby la que hizo que Gales se impusiera a Irlanda. El talento doblegó a la tenacidad. El hywl salió vencedor.