NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

GOLF

El drama de Charlie Beljan, la historia más real de Disney

Charlie Beljan, ganador del último torneo del PGA Tour, sufrió un ataque de ansiedad en pleno campo, agobiado por los malos resultados y tuvo que ir al hospital. Se recuperó y ganó el torneo.

Fernando López de Lorenzo
Actualizado a
Charlie Beljan en plena crisis del viernes.

El golf no es sólo Rory McIlroy y Tiger Woods peleando por récords y los mejores torneos del año, no es sólo los cuatro majors, no es sólo la Ryder Cup. El golf es sufrimiento, son decepciones, es un deporte ciertamente cruel. La semana pasada se cerraba la temporada del PGA Tour, el circuito americano, el más importante a nivel mundial. Lejos quedaban ya la FedEx Cup y sus 10 millones de dólares para el ganador. La tarde del domingo 11 de noviembre muchos jugadores se jugaban su tarjeta para el año que viene, sus sponsor, buena parte de sus ingresos y el futuro en su profesión. En definitiva, seguir o no en la élite. La historia de Charlie Beljan es una prueba de la importancia de este último torneo. Casualmente se jugaba en Disney, tierra de los sueños.

Beljan, un rookie de 28 años no excesivamente hábil aunque si muy trabajador, se plantó en Disney World (Florida) para tratar de entrar en la lista de 125 que se aseguran su exención de un año en el PGA Tour. Es decir, elegir libremente que torneos jugar a lo largo de la temporada. Beljan llegó al Children's Miracle Classic el 139 de ese cuadro. Dicho de otra forma, necesitaba un pequeño milagro para conseguir su objetivo. El jueves jugó bien, firmó 68 golpes y se fue a casa tranquilo. El viernes llegó su particular drama.

Hace apenas dos meses, Beljan, un sufridor de los circuitos menores de Estados Unidos, fue padre. La nueva situación de Beljan, un privilegiado por varias razones, entre ellas dedicarse a su mayor afición, se tornó en agobiante para el rookie. Se vio fuera de la élite después de tanto esfuerzo, se vio con problemas. Y el miedo le angustió. Hace un mes se desmayó en un avión de camino a un torneo. El viernes, el caos de su cuerpo le llegó en pleno campo. Estaba jugando bien, pero el pánico se apoderó de él. En numerosas ocasiones se le vio en busca de aire o tratando de regular su respiración. "Creía que me iba a morir", confesó el estadounidense.

Terminó la segunda jornada con 64 golpes, su segunda mejor vuelta del año, y era líder. No fue suficiente. Tal vez por el vértigo de verse en lo más alto; tal vez por temer lo que le pasó en el Greenbrier en junio, cuando se hundió en la última jornada siendo líder, Beljan acabó en una ambulancia de camino al hospital. Los médicos le dijeron que no podía jugar y tildaron de locura querer intentarlo. "Temía por mi vida, pero no era el momento de abandonar. No me podía rendir", dijo Beljan. Y no lo hizo.

Beljan volvió el sábado a Disney World y realizó 71 golpes. Seguía primero, le sacaba dos golpes a un correoso grupo de tres golfistas y le quedaba el domingo. Todo el domingo. Empezó mal, con bogey al 1, pero se levantó con siete birdies en los siguientes once hoyos y llegó a contar con cinco golpes de ventaja. Entonces, le volvieron a temblar las manos y manchó su tarjeta con un doble bogey al 13, que coincidieron en el tiempo con dos birdies de Robert Garrigus, su más inmediato persguidor. La ventaja se desplomó a dos golpes y mucho que jugar.

No importaba, Beljan había superado cosas peores tan sólo dos días atrás. Respondió con entereza y heroísmo ante la incesante presión y se llevó el torneo a casa. "Cada día que entraba en Disney World me decía: 'Bienvenido al lugar donde los sueños se hacen realidad'. Y eso es lo que acaba de pasar, con mi mujer y mi hijo aquí delante", dijo un exultante Beljan, que no pudo controlarse en el green del 18. Merecido lo tenía. Luchó contra todo y ganó. El año que viene volverá a jugar, volverá a pasear su carisma por cada rincón de Estados Unidos y lo hará como miembro de pleno derecho por ser campeón. Disney diseña estas historias; Beljan la ha hecho real.