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LIGA DE CAMPEONES | ADEMAR 28 - PARTIZÁN 23

Ademar vuelve a apoyarse en Ruesga y Malumbres para ganar

El Ademar cumplió con lo que se le exigía, lograr la victoria ante el Partizán y esperar a que el Hamburgo venza al Montpellier, para certificar su clasificación para los octavos.

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El jugador del Reale Ademar León Juan Castro con el balón ante la defensa del Partizán del Belgrado.
El jugador del Reale Ademar León Juan Castro con el balón ante la defensa del Partizán del Belgrado.J.CASARESEFE

Reale Ademar cumplió con lo que se le exigía, lograr la victoria (28-23) ante el Partizán de Belgrado y esperar a que el Hamburgo alemán imponga la lógica y venza al Montpellier Agglomeration HB francés, para certificar su clasificación para los octavos de final de la Liga de Campeones.

Casi por inercia, sin un juego excesivamente fluido, Ademar empezó a tomar la delantera en el marcador hasta que su rival, limitado en cuanto a calidad, pero voluntarioso, logró un parcial de 0-3 (minuto 8) que volteó el marcador obligando al técnico local Manolo Cadenas a solicitar un tiempo muerto.

Sus jugadores reaccionaron con algo más de intensidad defensiva, amparados una vez más en sus habituales armas desequilibrantes, Malumbres en la portería y un Ruesga, único recurso ofensivo ante la falta de ideas ante el 5-1 serbio.

El guardameta local continuó su particular recital en la segunda mitad, lo que permitía que, con el mismo ritmo cansino y sin demasiada intensidad, las diferencias siguieran siendo leonesas, pero sin ser capaces de romper definitivamente el partido.

Ni tan siquiera con la máxima renta (20-15, minuto 45) fueron capaces los ademaristas de poner tierra de por medio porque el Partizán no le perdía la cara al encuentro y empezaban a creer en la sorpresa, algo muy peligroso a esas alturas del choque (21-19).

Para entonces los lanzadores balcánicos ya habían afinado su puntería y se mantenían cerca de un Ademar que vivía de las penas máximas transformadas por el bosnio Faruk Vrazalic, que compensó los primeros errores del inicio de otros compañeros.

Un tanto, rizando el rizo de Ruesga, lanzando con la mano izquierda -es diestro-, la décima diana del campeón del mundo, dejaba la renta en un ya inalcanzable (26-21), que daba paso a la ola en las gradas del palacio para celebrar la victoria.