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MONTAÑISMO

El Nanga Parbat juega con la paciencia de Simone Moro

Tras dos intentos, esperan en el campo base del ochomil nunca conquistado en invierno. En la cumbre, -70ºC. Hoy hacen 53 días. “Es un juego psicológico que te puede matar”.

Actualizado a
Simone Moro y David Goettler, dentro de una tienda aguantando temperaturas extremas.
THE NORTH FACE

El Nanga Parbat (8.125 metros), la montaña asesina del Karakorum, juega con la paciencia de Simone Moro, David Goettler y Emilio Previtali desde hace 53 días. Su reto es escalarlo el invierno, porque de los 14 ochomiles sólo su cumbre y la del K2 (8.611 m) permanecen vírgenes en esa estación. Los dos primeros, los destinados a atacar la cima en estilo alpino y sin oxígeno, en un sprint por la montaña, esperan que desde Austria el meteorólogo Karl Gabl, su brújula en medio del hielo, les anuncie una corta ventana de buen tiempo.

“Es un juego psicológico que te puede matar”, cuenta Simone Moro en el diario que lleva de la ascensión. A finales de enero, él y el alemán ascendieron hasta 7.000 metros, el 14 de febrero hasta el C3 (6.700) pero tuvieron que darse la vuelta. “Somos montañeros, no héroes”, recuerda. Moro, leyenda de la montaña que ya ha hollado tres ochomiles en invierno, entre ellos el Gasherbrum II (primero en el hostil y Karakorum), ya advirtió antes de partir que sólo habría “un diez por ciento de posibilidades de éxito”.

El Nanga, expuesto al viento como ninguna otra montaña, no perdona. Estos días el viento desatado alcanzó los 150 km/h en la cima. “La sensación térmica allí arriba es de unos -70ºC, según los partes. Una locura”. Los -40ºC es algo con lo que cuentan, pero el viento no debería pasar de los 15 o 20 km/h para controlar el riesgo.

“Puede parecer poco romántico o valiente, pero esperar pacientemente en el campo base es exactamente lo que se debe hacer en estos casos”, relata Moro. “En la montaña hay que estar el menor tiempo posible”, recuerda mientras perfila dentro de la tienda un quinto libro, esta vez contando su experiencia como piloto de helicóptero de rescate en el Himalaya, ve películas con Goettler y Previtali y bromea con el grupo polaco, con menos medios que la expedición de The North Face, que también intenta la escalada por la vía Rupal.

Moro (46 años) y Goettler (35) suben y bajan tramos desde el campo base (3.600 metros) para estar aclimatados. “El Nanga son dos montañas en una”, dibuja Moro. De ese campo, donde la temperatura por la noche puede bajar a -20ºC, a la cima hay 4.525 metros. Por comparar, la cumbre del Everest está a 2.500 del campo base. Y alrededor no hay nada. Sólo a la entrada del valle unos soldados controlan el acceso porque en junio del 2013 once alpinistas fueron asesinados por terroristas en la otra cara, la Diamir. La expedición de North Face va por la Rupal, más soleada, para asomarse en el tramo final a la Diamir. Pero, de momento, toca esperar. “Sólo se ven nubes rodeando la cima”, describe Moro, que hasta el 21 de marzo, día en el que acaba el invierno, aguardará a que la montaña asesina les invite a subir. Les de una minúscula tregua.