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Balonmano

Demetrio Lozano: "Lo único que me faltó fue una final olímpica"

Disputará el domingo su último partido de Liga Asobal. Con 38 años, él del Aragón cierra 21 temporadas de profesional. Único español que participó en los tres bronces olímpicos.

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Demetrio Lozano: "Lo único que me faltó fue una final olímpica"

—El domingo pone punto y final a una carrera profesional de 21 temporadas. ¿Se acuerda del primer partido?

—Claro. Contra el Granollers. Manolo Laguna era el entrenador. Una semana antes me había convocado con el primer equipo, y me dijo ‘calienta que no vas a jugar’, y no me sacó. Pero ese día me dijo ‘calienta, que vas a jugar’. Y jugué.

—Tantas temporadas dan para mucho, y su historial es de los mejores del balonmano nacional. ¿Qué le ha faltado?

—Una final olímpica. Esa es mi espinita, y la de una generación. Lo tuvimos cerca en Seúl, pero nos ganó Islandia, a la que habíamos derrotado cinco veces aquel verano. Eran mis cuartos Juegos. Ganamos el bronce, para mí el tercero.

—Posiblemente la suya sea una de las carreras más prolíficas del balonmano nacional. Incluso ha ganado la Bundesliga.

—Cuando te pones a mirar, ves una larga trayectoria. Por ahora soy el único español campeón de la Bundesliga, con el Kiel. Para mí es el club más grande de cuantos he jugado. En la sala de trofeos te das cuenta de su grandeza. Llena sus partidos con más de 10.000 seguidores. El Barça es grande, pero un club de fútbol; y el Kiel sólo es de balonmano.

—¿Podía haber alargado su carrera?

—Pues a lo mejor sí, pero por las circunstancias actuales del balonmano español. Si en la Liga estuviesen los mejores extranjeros y nacionales, seguramente hace tres o cuatro años ya no hubiese tenido sitio. Voy a cumplir 39 años, y el domingo es mi último partido. Me voy convencido de que he luchado hasta el final y nunca engañé a nadie.

—¿Adiós o hasta luego al balonmano?

—Soy profesor de balonmano en la Universidad San Jorge de Zaragoza. Me gusta enseñar con el ejemplo, por eso los jóvenes en el Aragón me escuchan, saben que soy consecuente.

—Alcalá, Ademar, Portland, Barcelona, Kiel, Aragón... ¿Le ha faltado algún equipo?

—Me hubiese gustado jugar en el Atlético de Madrid, pero no existía en mis mejores años; y cuando volvió, Dujsebaev no me llamó. Es que soy atlético.

—En sus mejores años coincidió con Alberto Entrerríos e Iker Romero. Una competencia que ahora no existe en la Selección por el lateral izquierdo.

—Quizá no tengamos a un Karabatic o a un Hansen, pero España sigue teniendo los mejores jugadores del mundo, con una portería excelente, con una defensa sobria, y los que más rendimiento sacan al pivote. Tenemos a Antonio García y a los centrales que ayudan en ese puesto. No hay problema.

—Va de tipo estoico, pero ¿no siente un hormigueo pensando en que va a cambiar de vida?

—No me lo planteo. Ha llegado el momento.

—Era usted de los tipos duros, sus duelos con Rutenka o Garralda no se olvidan.

—Con Mateo nos defendíamos mutuamente, y los dos queríamos ganar. Con Rutenka, igual, aunque luego fuimos compañeros en el Barcelona. Si, éramos gente dura pero deportiva. Y eso se aprecia en el juego.