NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

Aventura

‘Cali’ de la Rosa está cruzando el Atlántico con sus remos

Antonio de la Rosa (Valladolid, 45 años) está inmerso en la Rames Guyane, una prueba de remo en la que se atraviesa el Atlántico (4.700 kilómetros) en solitario y sin escalas.

Actualizado a
Antonio de la Rosa, a bordo de la embarcación de 8x1,60 en la que recorrerá los 4.700 kilómetros de la Rames Guyane.

Remo entre 10 y 12 horas diarias. La mitad de día y la otra, de noche. En las horas de calor paro y duermo dos o tres horas, pero siempre atento para no retroceder. Me lo tomo como un trabajo”. Al habla, en alta mar y por teléfono satélite, Antonio Cali de la Rosa, inmerso en la extrema Rames Guyane, prueba en la que 15 embarcaciones monoplaza cruzan el Atlántico a remo y sin escalas.

Este bombero pucelano, de 45 años y residente en Lozoyuela (Madrid), salió el 18 de octubre de Dakar (Senegal) y su objetivo es recorrer los 4.700 kilómetros hasta Kourou (Guayana Francesa) en 50 días. Pero serán más... “Llevo 25 jornadas y todavía queda. Los primeros diez días fueron malos por los cambios de viento y la adaptación al barco. Apenas hice 100 km. Ahora he enganchado vientos favorables”, cuenta El Cali, que va por el sur de Cabo Verde y suma ya casi 1.000 km.

Viaja en una embarcación de ocho metros de largo por 1,60 de ancho y “muy equipada”: “Es un cascarón de nuez en medio del mar, pero tiene de todo. Hay un compartimento completamente hermético donde descanso, llevo dos GPS y la comida. Incluso puedo comunicarme, entrar en internet... Lo probé con una tormenta en el océano y respondió bien a olas grandes, aunque cuando la cosa se pone mal hay que estar fuera para manejarlo. Eso sí, siempre amarrado”.

Para alimentarse lleva comida liofilizada y una desalinizadora para potabilizar el agua. “Al principio tuve problemas de estómago y ahora me encuentro perfecto... Con alguna molestia en el hombro, pero muy bien de moral. Llevaba años soñando con esta aventura”, relata De la Rosa, que se permite el lujo de darse “baños para pescar y quitar los moluscos que se pegan a la embarcación”. “Aquí estás solo y hay que ser un poco Mac­Gyver para apañártelas”.

Luna llena. La carrera no permite ayuda externa, salvo por emergencia. “Nos rescatarían en dos días”, afirma Antonio, al que cada vez le motiva más “remar y remar”. “Ver la luna llena en pleno Atlántico es una sensación muy especial. Aquí lo importante es no abandonar el barco y seguir”, bromea El Cali, que tiene claro lo que hará en cuanto llegue a Kourou: “Me beberé una cerveza bien fresquita”.