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NATACIÓN SINCRONIZADA

España apuesta por más potencia para seguir brillando

"Estamos haciendo un cambio muy bestia y vamos a sorprender en el Mundial de Kazán", advierte Ona Carbonell, la líder del equipo español.

Actualizado a
Las nadadoras del equipo español de natación sincronizada Ona Carbonell y Paula Klamberg, en el Consejo Superio de Deportes de Madrid.
EFE

Potencia, explosividad, físico. Términos que marcan los nuevos tiempos en la natación sincronizada, una revolución de la que no quiere verse apartado el equipo español, que trabaja denodadamente por mantener la condición de referente que se ha ganado a base de éxitos desde hace más de una década.

Un cambio de tendencia que ya sufrió el pasado año el conjunto español en los Europeos de Berlín, en los que España quedó relegada a la tercera plaza, por detrás de la inabordable Rusia y la emergente Ucrania, en las modalidades de dúo y equipo, los dos ejercicios incluidos en el programa olímpico.

Esos bronces que han acentuado el espíritu competitivo del combinado español, que, lejos de lamentarse, ha apostado por dar un giro radical a su preparación para adaptarse al nuevo código de puntuación, del que tanto partido sacó Ucrania en la capital alemana.

"Estamos haciendo un cambio muy bestia y vamos a sorprender. Nuestro objetivo es que haya un abismo entre el Europeo de Berlín y el próximo Mundial de Kazan", señaló la doble medallista olímpica Ona Carbonell. "Que digan: ¿Qué han hecho éstas este año?", apostilló su compañera en el dúo, Paula Klamburg.

El equipo español de natación sincronizada no está dispuesto a dejar de ser la referencia que ha sido en los últimos años, quiere volver a "sorprender" el próximo mes de julio en el Mundial que se celebrará en la localidad rusa de Kazan con un "ejercicio muy potente, brutal, que impacte a los jueces", como anunció la entrenadora Ana Montero.

Tras el cambio de reglamento, explicó, ahora se puntúa un 60% lo técnico y un 40% lo artístico, cuando antes era al 50%, por lo que "hay que trabajar la preparación física para mantener la técnica al final del ejercicio".

"Ahora se valora que haya mucho contenido. Lo vimos en Berlín, que me sorprendió que se perdía la parte artística. Ucrania jugó muy bien su bazas. Ahora hay que adaptarse a esto manteniendo el nivel artístico. En Kazan ya tiene que haber un antes y un después, sin perder nuestro sello de identidad", comentó Montero, que antes del Mundial comprobará la evolución de sus pupilas el mes que viene en el "French Open" antes del Mundial.

Un Campeonato del Mundo en el que apenas a un año vista para los Juegos Olímpicos de Río, la pugna con ucranianas, japonesas o canadienses por acompañar a China y a la todopoderosa Rusia en el podio se antoja más igualada que nunca.

"Aunque sea duro para nosotras, porque España, a lo mejor, lleva muchos años sin que nadie le toque tanto los pies como ahora, es positivo. Va a ser un Mundial muy atractivo, muy duro, pero chulo. Tener tantas rivales y tan buenas hará que nos crezcamos, porque somos un grupo que nos crecemos en los momentos difíciles y ante los retos difíciles", comentó Carbonell.

Un desafío mayúsculo para el que las integrantes del equipo español se preparan con un intenso plan de trabajo con paradas en los centros de alto rendimiento de San Cugat, Sierra Nevada y Madrid con el que se intentan minimizar los efectos del cambio generacional que vive el seleccionado español.

"Cuando todos nuestros rivales hicieron su cambio generacional, nosotros seguimos con chicas con una edad mayor y ahora cuando ya están afianzados y han crecido como equipos, España está viviendo ese cambio y hay que tratar que sea lo más rápido y lo más seguro posible, que se sufra lo mínimo. Pero un tiempo de transición lo necesita cualquiera", explicó Carbonell.

El relevo tiene uno de sus máximos exponentes en el dúo que conforman Ona Carbonell, elegida mejor nadadora de sincronizada del año 2014 por la Liga Europea de Natación (LEN), y Paula Klamburg, que hicieron su estreno oficial en una gran competición internacional en los pasados Europeos de Berlín.

"Nos llevamos muy bien dentro y fuera del agua", asegura Klamburg. "Y eso es muy importante, porque la conexión fuera del agua es básica para luego funcionar dentro. Nos conocemos de hace muchos años y si un día una tiene un bajó la otra está ahí para tirar, para que el trabajo no pare, que siempre fluya", añadió Carbonell.

Dos nadadoras complementarias, la tímida Klamburg y la extrovertida Carbonell, empeñadas al igual que el resto de integrantes de la selección en mantener vivas las opciones de medalla, un reto que las exigirá la acrobacia más arriesgada, dotar de un carácter más físico a sus rutinas sin rebajar lo más mínimo la apuesta por lo artístico, el sello diferencial de la "sincro" española.