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BOXEO

El último hombre que batió a Mayweather gana 400 euros

Todorov le derrotó en Atlanta 96 y no aceptó una oferta profesional. Arrepentido: “¿Saben lo que pasó cuando dije no? Fueron a hablar con Mayweather”.

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El último hombre que batió a Mayweather gana 400 euros

En la ruleta de la vida, a veces hay que saber apostar. Y Serafim Todorov lo perdió todo en una jugada. El búlgaro es el último hombre que ganó a Floyd Mayweather. Lo hizo siendo amateur, en las semifinales de los Juegos de Atlanta 1996. Ahora, vive en un modesto piso en Pazardzhik, una de las ciudades más pobres de su país, con 400 euros al mes procedentes de una ayuda a parados —su mujer tampoco tiene empleo— tras trabajar en una fábrica de salchichas o ejercer de conductor.

Mayweather, con 19 años entonces, se fue del pabellón de la Universidad de Georgia Tech con un bronce al cuello y el contacto para firmar un contrato y hacerse profesional, un campo en el que no ha perdido nunca en 47 combates. El 2 de mayo, en Las Vegas, millones de personas verán al deportista mejor pagado del mundo enfrentarse a Manny Pacquiao en el combate del siglo. Todorov, seguramente no. El boxeo es un deporte de extremos.

Mayweather, que sólo cedió en seis combates como amateur, perdió con polémica frente a Todorov, que entonces tenía 27 años y había sido tres veces campeón mundial del pluma. De hecho, el juez se equivocó y levantó el brazo del estadounidense. Pero rectificó cuando se escucharon las puntuaciones. El jefe del arbitraje era otro búlgaro, Emil Jetchev… “Es posible que yo no ganara”, reconoce Todorov.

Promotores. “Mientras esperábamos para el control antidopaje, tres hombres entraron en la sala. Dos eran promotores y otro un traductor. No habían visto nunca otro boxeador blanco como yo”, relató el búlgaro a The New York Times, que le localizó en Pazardzhik. Le hablaron de una casa, un coche, dinero. Pero dijo no. “¿Saben lo que pasó después? Se fueron a ver a Floyd y comenzaron a hablar en inglés”, contó. Unos meses más tarde, Mayweather inició la carrera que le ha llevado a ser campeón en cinco divisiones y a amasar cantidades ingentes de dólares.

El búlgaro vivió la cruz en la final, que perdió ante Somluck Kamsing. Injustamente, según él. Tan amargamente que cuando volvió a Bulgaria, sintiéndose abandonado por su federación, se dejó llevar: “Bebía. Sólo quería morirme”. Turquía le hizo una oferta para competir bajo su bandera en los Mundiales de 1997, con un premio por el oro de un millón de dólares. Entonces, explica Todorov, apareció el poderoso Jetchev exigiendo un transfer de 300.000 que desbarató todo. “No pude ir y no quería competir con Bulgaria. Fue mi fin”.

En 1998, Todorov dio el paso al profesionalismo, pero ya como jornalero en veladas de poca monta. Protagonizó seis combates (balance 5-1) en Bulgaria, Alemania y Macedonia. Sin gloria. Con bolsas minúsculas. “En Atlanta podría haber cambiado nuestras vidas y la de nuestro hijo”, recordaba su mujer al NYT pensando en ese día, hace 19 años, en el que su marido fue más grande que Mayweather.

Mayweather: megarrico y exhibicionista

Una fortuna. Frente a la modestia con la que vive Todorov, la fortuna de Floyd Mayweather se calcula en unos 420 millones de dólares. Por algo le gusta que le llamen Money. Casi todo procedente de las bolsas y los ingresos por PPV de la televisión, ya que su perfil polémico y la ostentación que hace en las redes sociales, particularmente Instagram, de sus compras no le hacen atractivo para las grandes corporaciones. Dinero en efectivo. Mayweather, que viene de un entorno humilde, maneja mucho dinero en metálico, que transporta en fajos de billetes en bolsas de marcas de lujo junto con sus relojes y joyas. Ropa. Cuentan que da un solo uso a sus zapatos, que va dejando en las habitaciones de los hoteles. Y que lo mismo ocurre con los boxers, en los que se gasta 6.000 dólares al año. Avión privado. Compró un Gulfstream G500 valorado en unos 40 millones de dólares. Pero tiene miedo a que el jet pueda caer por un exceso de peso y cuando viaja con su equipo, el Money Team, suele alquilar un segundo aparato. Apuestas. Le gusta jugársela. En 2013, apostó 6 millones de dólares a que Miami ganaba por más de 7 puntos a Indiana en el último partido del playoff de la NBA. Ganó 11. Coches. En su garaje hay Rolls Royce, Ferrari, Lamborghini, Bentley... Durante la preparación se le antojó un Bugatti que encargó a las 03:00 y quiso tener en su casa en 12 horas. Fundación. Desde 2008, ha destinado más de un millón a obras sociales.