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Sam Bradford, un diamante en bruto para los Eagles

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Jim Thorpe (uno de los mayores atletas que ha conocido este deporte) y Sam Bradford tienen varias cosas en común. Además de ser originarios del mismo estado (Oklahoma), comparten origen racial, siendo ambos nativos americanos (Cherokee y Potawatomi) en un rincón del país que destaca por tener una de las poblaciones nativas de mayor volumen; 8,6% de la población.

El número 1 del Draft en 2010 tuvo un paso casi inmaculado por la Universidad de Oklahoma, donde rompió records de los Sooners y de la NCAA desde su primer año comandando el ataque. Fue Heisman Trophy y cedió cientos de handoffs a un DeMarco Murray que durante esa época también destrozó registros de la propia Universidad (superando a una leyenda como Adrian Peterson). El destino no sólo ha querido reunirle con el que fuera su RB en Oklahoma, sino que al menos durante el Training Camp compartirá vestuario con uno de sus principales rivales durante su etapa universitaria; Tim Tebow.

Sam Bradford no fue considerado un prospecto de élite durante su etapa en High School con los Panthers de Putnam City North en Oklahoma City, pero su entrenador por aquel entonces – Bob Wilson – se encargó de reafirmar en una radio de Philadelphia que ya se intuía algo especial en el cherokee.

Su último año con los Oklahoma Sooners fue un preludio de lo que estaría por llegar. Continuas lesiones le fueron restando partidos esa temporada, hasta que casualmente en el partido ante la némesis de su Universidad (Texas: Red River Rivalry) sufrió el golpe definitivo que le obligaría a tomar una cirugía que daría por finalizada su etapa universitaria antes de tiempo.

Esta lesión no le apartaría de ser escogido por los St.Louis Rams con el número 1 del Draft de 2010. Una temporada rookie que también serviría como preludio a los QB’s NFL ready que estarían por llegar (Newton, Luck, RG3, Wilson…) Recordemos que por aquel entonces era todavía una rareza que un Quarterback rookie se mostrara suelto desde el primer día, tuviera un ratio de TD/INT positivo y encima mostrara una compostura digna de su pedigree. Todo eso lo tuvo Bradford en una prometedora primera campaña que le situaba por aquella época en un club al cual sólo pertenecían Peyton Manning y Matt Ryan (Rookies con 16 titularidades y más de 3000 yardas de pase).

Llegó entonces su calvario, las expectativas eran muy altas para Bradford y los Rams pero una lesión del QB fue la piedra definitiva para una temporada que terminó 2-14 y con el posterior RG3 Trade con los Redskins en el Draft de 2012. Sam volvería ese mismo año consiguiendo los mejores números de su carrera pero viéndose ensombrecido por una camada de QB’s que entraron en la liga como un huracán. 2013 y 2014 finalizaron de nuevo con una lesión que le apartaría de la temporada y le terminaría convirtiendo en un BUST para la franquicia de Missouri.

Sam Bradford sólo ha podido jugar sano en dos de los últimos seis años de su carrera.

Llega entonces un momento ya imborrable en la historia de la NFL. El 10 de marzo de 2015 los Philadelphia Eagles intercambian con los St.Louis Rams a Nick Foles y varias rondas condicionales del Draft por Sam Bradford en lo que parecía un movimiento por intentar escalar hasta el número 2 del Draft para conseguir a Marcus Mariota. Movimiento que las malas lenguas dicen que se intentó realizar, sin respuesta positiva de Tennessee.

Olvidando este último incidente vamos a recopilar todo lo bueno que tiene Bradford y puede aportar a la franquicia de Pennsylvania. Chip Kelly valora que un QB pueda tomar decisiones rápidas y correctas por encima de cualquier otro aspecto. Bradford es su hombre ideal a la hora de ejecutar esta característica dentro de su ofensiva, muy por encima de Foles (el cual en este punto se veía superado por Mark Sanchez) El otro gran factor es la precisión, posiblemente esta sea la característica por la que más ha sido valorado Bradford a lo largo de su carrera y por la cual Pat Shurmur – coordinador ofensivo – se desvive.

Podemos casi afirmar que Chip Kelly nunca cayó rendido ante Nick Foles, un prototipo de QB que no terminaría encajando en su sistema. Sam Bradford en cambio sí lo hace, ya acostumbró a manejar una Hurry-Up Offense en Oklahoma.

Sam es inteligente y dispone de un gran brazo que además es preciso. Siempre ha tenido todas las herramientas necesarias en el pedigree de un Quarterback franquicia. La única duda que vuela sobre Bradford es su durabilidad, algo que podrá paliarse principalmente gracias a una OL en Philadelphia que parece capaz de aportarle una seguridad que rara vez tuvo en St.Louis.

Sam Bradford afrontará la temporada 2015 con 27 años y un mar de dudas en torno a su figura. A su vez debe ampararse en dos jugadores que son leyenda de la competición y al igual que él tuvieron también una explosión tardía pero maravillosa y decisiva en esos años de NFL; Kurt Warner y Rich Gannon.