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Football 101

Los traslados duelen, pero la NFL ha de volver a Los Ángeles

Uno de los mayores mercados deportivos del mundo está a punto de recibir el regreso de la liga de fútbol americano veinte años después.

Actualizado a
¿Los Angeles Raiders?
Getty Images

Un capricho. Una pataleta. Una necesidad. Un paso adelante. Un abandono. Una traición. Hay muchas formas de describir el cambio de sede por parte de una franquicia. El hecho es que siempre es un drama cuando un equipo se va, sobre todo para los fanáticos, quienes se sienten huérfanos de una pasión. Este es un fenómeno complejo, que tiene distintas raíces, desde la necesidad en tiempos difíciles como porque a un dueño le dio la gana de pasar menos frío. Y en medio de todo este escenario un El Dorado anhelado por muchos equipos y usado como arma de chantaje por otros. Pero vamos por partes.

Entremos en nuestra máquina del tiempo personal y viajemos al año 1920. Nuestra querida NFL por aquel entonces se llamaba la APFC y en su primer año tenía 11 equipos; todos estos provenientes de los circuitos de Nueva York, Ohio y Illinois. El primer cambio de sede en la historia ocurre en 1922, cuando los Decatur Staleys (Staleys era una marca de productos local, y Decatur un pueblo en el corazón de Illinois donde habían vacas, conservas y… bueno poco más, algún turista perdido quizás) cambia de sede a Chicago porque George Halas, quien manejaba el club para la empresa Staley, convenció al dueño que el cambio iba a hacer maravillas para las ventas de conservas, y tenía razón en parte. Pero la verdadera razón por la convertir los Decatur Staleys en los Chicago Staleys era otra: George Halas quería comprarle a Edward Staley el equipo y veía mucho más fácil hacerlo si lo alejaba de Dacatur. Lo peor es que lo logró, y por solo $100, o lo que es lo mismo, una camiseta oficial NFL de hoy y en día. ¿Quién iba a pensar en 1920 la APFC, después NFL, pasaría a ser una máquina de dinero? De saberlo probablemente Edward Staley no habría vendido su equipo a aquel usurpador de Chicago. ¡Bien jugado Halas! Una legión de aficionados de Da Bears están eternamente en tu deuda.

Pillemos otra vez el Delorean (no te engañes, ¡sabes que cuando dije máquina del tiempo también pensaste en un Delorean!) y viajemos 20 años en el futuro. Durante la segunda guerra mundial (para Estados Unidos, de 1941-1945), muchos equipos se quedaron sin los suficientes jugadores en plantilla para poder jugar, ya que estos se apuntaban a cumplir con el tío Sam. Las otras ligas estadounidenses también sufrieron este inconveniente y tuvieron otras formas de remediar el problema; por ejemplo en baseball la solución fue potenciar una liga femenina. En la NFL, la solución fue fusionarse: juntar lo que quedaban de dos plantillas para que así puedan hacer un equipo. Es así como durante esta época vimos jugar a los Phil-Pitt Steegles o a los Chicago Cardinals fusionarse también con los Steelers para crear los Pitt-Cards. Este sistema obviamente solo duró hasta la finalización de la II guerra mundial. ¿Os Imagináis fusiones ahora? La única regla sería: mientras no te fusiones con los Browns todo bien (aunque una fusión Saints-Browns podría ser el sueño de Johnny Football y TMZ Sports).

Hay algunos cambios que son simplemente excéntricos. Por ejemplo aquel de 1940 cuando los Filadelfia Eagles y los Pittsburg Steelers hicieron un cambio de cromos en condiciones: toda la infraestructura (jugadores, empleados y dueños) de Filadelfia pasó a ser de Pittsburg y viceversa, los nombres y estadios se quedaban en la ciudad esperando sus nuevos jugadores y dueños. Menos mal, ¿Quién aguantaría a los aficionados de los Eagles si la historia de los Steelers fuera la suya? Mejor no pensarlo.

Hablando de excentricidades de dueños de la NFL siempre hay que mencionar siempre a Robert Irsay (y a Al Davis, pero el merece un artículo solo para el) del quien ya hablamos en la columna anterior, pero en temas polémicos siempre sale para darse un paseo y dejar el listón alto. Él era el dueño de los LA Rams, pero quería a los Colts que eran de Carroll Rosenbloom. ¡Irsay logró convencer a Rosenbloom de cambiar equipos! Claro, sus planes eran llevar su equipo a un nuevo mercado donde sería el rey de la ciudad. Los Rams estaban arraigados ya en Los Ángeles, aunque dejarían la ciudad en 1994 para irse a St. Louis a cubrir el hueco dejado en 1988 por la fuga de los St. Louis Cardinals (Si, como el de baseball) a Phoenix. Y aquí es donde quería llegar: Hay un hueco en Los Ángeles.

¿Cómo puede el segundo mercado más grande de los Estados Unidos no tener un equipo de football durante más 20 años? Desde que en 1995 los Raiders partieran de la ciudad de ángeles nadie ha llenado ese goloso nicho. Tengamos en cuenta que desde 1995 solo han ocurrido dos cambios: Los Oilers a Tennessee y la estructura de los Browns a Baltimore (como lo de los Eagles y Steelers en los ’40). Hay dos mercados LOCOS por un equipo NFL, uno es San Antonio. Después de vivir algún tiempo en San Antonio me siento seguro diciendo que jamás tendrá un equipo ya que nadie quiere (ni puede) competir en ese mercado con los Cowboys, y peor aún, con los Long Horns de la Universidad de Texas (¡Hook ‘em Horns!). El otro mercado no hace falte ni que lo mencione, Los Ángeles.

Mucho se está hablando de un posible cambio de los Chargers o un regreso de los Raiders a L.A., pero la verdad es que más de la mitad de los equipos han amenazado con mudarse allí para así poder conseguir que su ciudad les construya un nuevo estadio o algún otro capricho interés. Es más, hay un estudio que indica que Los Ángeles puede que sea más valiosa vacía para los dueños de la NFL que con un equipo, ya que siempre la podrán usar como un arma de chantaje. Es obvio. Imaginaros que sois los Buffalo Bills, un lugar conocido por su clima tropical (durante los sueños de sus residentes, el infierno congelado durante el resto del día) y obviamente su vida cosmopolita (¿será por estar cruzando el río de Canadá?); y queréis un nuevo estadio. Es normal que uses a Los Ángeles como amenaza: si no te construyen el estadio te vas a una ciudad gigante, con un clima excelente que puede que te construya un estadio y que encima estará lleno de estrellas que te darán más caché. Y claro, si te lo construyen seguirás viendo a Canadá desde tu sofá imaginando si Toronto es más o menos frío (probablemente igual, el termómetro no puede bajar mucho más ¿no? ¿NO?

En todo caso, es duro ver a un equipo partir. Las aficiones siempre se quedan con una sensación de no saber qué hacer: seguir alentando al equipo que te dio la espalda o buscarte uno nuevo. Francamente no sabría decirle a los fans que hacer. Al final del día la NFL es el patio de colegio de 31 duelos y 1 comunidad (los fans de los Packers son los dueños de su equipo) y esto harán lo que crean conveniente para que esto les sea lo más rentable posible.