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Denver Broncos 23 – Minnesota Vikings 20

La defensa de los Broncos tortura a Teddy Bridgewater

El quarterback de los Vikings recibe siete sacks, Hillman anota un touchdown tras una carrera de 72 yardas y Peterson anota otro de 48 yardas.

Actualizado a
Teddy Bridgewater en el suelo tras recibir un sack de DeMarcus Ware.
Doug PensingerGetty Images/AFP

Al final del partido, Bridgewater tenía la cara desencajada. Había recibido una auténtica paliza. Siete sacks de los que duelen. El último, como guinda, con un fumble incorporado que sirvió para cerrar un partido en el que los Vikings siempre estuvieron haciendo la goma, pero que en los últimos minutos se vivió con un suspense casi agobiante.

Desde el primer minuto la defensa de Denver dejó claras sus intenciones. Si el ataque de los Vikings quería ganar el partido, tendría que ser con pases de Bridgewater, porque a Peterson no le iban a consentir correr. Y, además, el quarterback iba a tener que darse prisa en soltar el balón, porque la presión iba a ser insoportable. Los Vikings aceptaron el desafío y durante toda la primer aparte casi prescindieron de Peterson. El corredor raras veces conseguía una ganancia de yardas razonable y Zimmer tampoco quiso insistir. Prefirió darle galones a su pasador y esperar acontecimientos.

El ataque de los Broncos tampoco está para abrir diferencias. Peyton Manning es consciente de sus limitaciones e intenta limitar riesgos. Lanza pases en corto, con los que todavía se encuentra a gusto, y se encomienda a Demaryus Thomas en los lanzamientos más profundos, confiando en que la corpulencia y calidad del receptor le sacarán del apuro en el caso de que el lanzamiento le salga picudo. Como el talento no se pierde con la edad, Manning es capaz de mover así su ataque, pero sin la frescura a la que nos tenía acostumbrados.

Con esos planteamientos, llegó un field field goal anotado por los Broncos, uno fallado por un Walsh que cada vez se parece menos al que deslumbró cuando debutó en la NFL, y la sensación de que para mover ambos ataques sería necesaria una grúa… o una jugada grande. Y para grande, la carreraza descomunal de Hillman, que se atravesó el campo entero como una exhalación para firmar un touchdown de72 yardas. La carrera para anotación más larga en lo que va de temporada. El arreón local no terminó ahí, que en la siguiente serie McManus anotaba su segundo field goal.

13-0 en el marcador y el convencimiento de que los Vikings necesitarían un milagro para atravesar el muro infranqueable que había levantado la defensa rival. Aunque en un momento de inspiración, Bridgewater encontró un pequeño resquicio en el que colar un pase a Diggs que fue la antesala de un field goal que redujo diferencias.

Aunque el regalo que de verdad metió a los Vikings en el partido no llegó desde la defensa. Surgió desde el eslabón más débil de estos Broncos, Peyton Manning, que no lanzaba una intercepción, sino un pase completo al contrario. Tres jugadas después Bridgewater conectaba con Wallace para que los Vikings se fueran al descanso solo tres puntos abajo 13-10 y todo el público frotándose los ojos. La diferencia que se había visto en el campo no estaba ni mucho menos reflejada en el marcador.

Los Broncos regresaron al campo encorajinados y volvieron a abrir diferencias con un pase de touchdown de Manning a Owen Daniels en una jugada marca de la casa del quarterback, que sigue teniendo más picardía que nadie. 20-10 y el partido entraba en un bucle de ataques colapsados que amenazaba con extenderse hasta la finalización. Entonces fue cuando apareció Peterson, aprovechando una autopista que le abrió su línea en un cuarto down a la desesperada, para anotar un touchdown de48 yardasque dejaba a los Vikings a tres puntos. 20-17.

Y para que las taquicardias comenzaran a extenderse por las gradas, Peyton Manning lanzaba casi de inmediato una segunda intercepción y los Vikings se encontraban con el balón en medio campo, nueve minutos por jugar, y la posibilidad de ponerse por delante. No contaban que para arreglar lo que estropeaba Peyton estaba una defensa descomunal que si ya estaba jugando a un nivel increíble, apretó los dientes y metió una marcha más para reducir los daños a un field goal que empataba el partido.

Quedaban cinco minutos y Peyton Manning tenía el balón y el campo por delante. El viejo rockero no estará para muchos trotes, pero en esas circunstancias se encontraba en su ambiente natural. Sin grandes florituras se atravesó el campo hasta llegar a distancia de field goal para que McManus volviera a adelantar a los suyos, pero incluso en el éxito se vio su decadencia, que el Peyton de siempre no habría dejado casi dos minutos de reloj a sus rivales.

Pero esos dos minutos se convirtieron, simple y llanamente en un vía crucis para Bridgewater. Con la cara desencajada. Recibiendo una auténtica paliza. Y un último sack como guinda que sirvió para confirmar que la auténtica joya de estos Broncos es su impresionante defensa.