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TRIATLÓN | GÓMEZ NOYA

"Hubo gente empecinada en que mi carrera acabara"

"Me considero un triunfador", aseguró en una entrevista concedida a EFE coincidiendo con la publicación de su biografía.

Actualizado a
Gómez Noya
Diario AS

En reposo, el corazón del triatleta gallego Javier Gómez Noya late cuarenta veces por minuto. Esas son las pulsaciones de un órgano expuesto a una valvulopatía aórtica congénita; el mismo que le ha hecho cinco veces campeón del mundo -hito inédito en la disciplina- tras enfrentarse al diagnóstico.

"Me considero un triunfador", aseguró en una entrevista concedida a EFE coincidiendo con la publicación de su biografía.

"He conseguido títulos importantes aunque de un modo un poco peculiar, diferente al de muchos deportistas, por lo que me ha tocado vivir", comentó el gallego, de 32 años, pocas semanas después de haber dejado atrás los cuatro títulos mundiales del británico Simon Lessing y de haberse convertido en Chicago (Estados Unidos) en el único triatleta de la historia con cinco.

'A Pulso' (Córner) es la historia de superación de Gómez Noya, un relato escrito por los periodistas Paulo Alonso y Antón Bruquetas que repasa su lucha contra un diagnóstico que pudo interrumpir su carrera y que le enfrentó con el Consejo Superior de Deportes y la Federación Española de Triatlón, responsables de la pérdida de su licencia.

"Hubo gente empecinada en que mi carrera deportiva acabara", recordó Gómez Noya.

¿Es la suya la historia de un triunfador?

Me considero un triunfador porque he conseguido títulos importantes pero de un modo un poco peculiar, diferente quizá al de muchos deportistas, por lo que me ha tocado vivir. Nadie me ha regalado nada. He tenido que ganarme las cosas a pulso.

Era juvenil cuando le detectaron una anomalía cardiaca. ¿Temió por su carrera?

Cuando surgió todo el problema del corazón, te preocupas y, obviamente, es lo primero. Vi a diferentes médicos especialistas, algunos incluso eminencias mundiales. Cuando mi situación médica estaba controlada luché por recuperar mi licencia y no tuve ningún miedo porque me fiaba de lo que me decían.

El Consejo Superior de Deportes, sin embargo, se agarró al diagnóstico de sus médicos.

Ellos tenían la opinión de sus expertos. Me puede gustar más o menos, pero lo asumo. Lo que no entendía es, una vez que nosotros habíamos hablado con médicos importantes, que no se nos quisiera escuchar y la persecución que hubo por parte del CSD y de la federación contra mí.

¿Cómo vivió aquello?

No sé cómo fui capaz de sobreponerme. Aquella era la situación que me tocó vivir, contra la que me tocó luchar y recuerdo salir a entrenar casi con la misma intensidad y dedicación que ahora, sin saber si iba a poder competir. Realmente me gustaba lo que hacía. Si no podía competir a nivel internacional, competiría a nivel gallego, donde fuera, o seguiría entrenando porque era lo que me gustaba.

¿La relación con la federación española es mejor ahora?

Es una relación buena, igual que con el Consejo Superior de Deportes. En su momento me sentí perseguido y maltratado por ellos, pero mucha de la gente que estaba en ese momento ya no está.

Respeto que un médico siguiera su criterio y entendiera que no podía hacer deporte, aunque pudiera estar equivocado. Pero a nivel político se hizo todo lo posible para que yo no pudiera competir. Hubo gente empecinada en que mi carrera deportiva acabara.

Recuperada su licencia, a ese conflicto le siguió su no participación en los Juegos de Atenas 2004.

Fue un palo deportivo. Me había ganado la clasificación en las competiciones. Era el más joven en el Mundial de ese año y quedé octavo, luchando por el cuarto puesto con el que fue campeón olímpico. Había hecho méritos de sobra para ir.

Se hizo un equipo alrededor de Iván Raña, que era la principal baza para esos Juegos, y yo me quedé fuera. No estuve de acuerdo.

Su debut olímpico se produjo finalmente en 2008. ¿Qué recuerdo le queda del cuarto puesto en Pekín?

El esfuerzo y todo lo que hice para estar allí. Estuve dos meses entrenando lesionado, con dolor, sin saber si iba a poder competir siquiera. Me costó seis meses recuperar ese tendón de Aquiles para poder correr otra vez. Si todo eso hubiera acabado con una medalla de bronce estaría contentísimo.

Acabó con un cuarto puesto. A lo mejor no hubiera valido la pena arriesgar tanto para quedar cuarto pero estoy muy orgulloso de todo el empeño que puse para hacerlo lo mejor posible ese día.

¿La perspectiva del tiempo le permite valorar más la medalla de plata en Londres 2012?

A Londres llegaba con mucha presión después de no haber conseguido la medalla en Pekín. Volví a ser favorito, aunque a priori estaba más difícil que en Pekín porque los Brownlee estaban dominando el triatlón en ese momento. Hice una gran carrera, la mejor que podía hacer en ese momento y quedé segundo. La medalla me quitó un peso de encima importante, la saboreé mucho.

En Río 2016 se le exigirá el oro.

Yo soy el primero que quiere conseguir el oro. Voy a trabajar muchísimo. Estoy muy motivado, con muchas ganas. Si lo consigo, perfecto. Si no, tampoco pasa nada. Afortunadamente ahora mismo tengo una medalla. Eso te quita presión.