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Previa Denver Broncos - Carolina Panthers

Las defensas bailarán el último vals de Peyton Manning

La presencia del mítico quarterback está distorsionando la auténtica realidad de una Super Bowl en la que los Broncos se lo juegan todo a su defensa.

Actualizado a
Las defensas bailarán el último vals de Peyton Manning
EZRA SHAWAFP

Una de las decisiones más complicadas para un deportista es saberse retirar. Descubrir el momento exacto en el que decir “basta”, abrir la maleta, guardar los calcetines y el cepillo de dientes y emigrar. Muy pocos lo hacen antes de tiempo, y si es así nunca lo sabremos, y la mayoría intentan exprimir la vaca hasta que no da leche, y al final terminan ordeñando sangre.

Luego hay algunos pocos genios que tienen la capacidad de cuadrar el círculo y hacer algo imposible. Y eso es exactamente lo que ha hecho Peyton Manning, que ha ordeñado la vaca hasta desangrarla del todo, pero sin embargo se va a retirar exactamente en el momento preciso, sin equivocarse en un solo segundo… salvo que un año más nos termine dando un sobresalto.

Media liga lleva un par de años dando por hecho que se rendiría en cualquier momento. Casi suplicando que lo hiciera, porque a estas alturas su cuerpo es el catálogo completo de todas las lesiones crónicas que puede sufrir un deportista. Desde las cervicales hasta la planta de los pies, casi sin dejar pasar ni un órgano del cuerpo. Pero él, erre que erre, ahí se mantiene, impasible, empeñado en seguir andando sin importar lo que pase.

Con este panorama nos plantamos en el fin de semana de la Super Bowl, después de que Peyton Manning haya lanzado 9 pases de touchdowns en 10 partidos (en su peor temporada hasta ahora había lanzado 26), 2,249 yardas totales (en su peor año sumó 3,739) y haya terminado con un rating impropio de 67,9. Y pese a todo, él está siendo el que acapara los focos de los Denver Broncos, y el sueño húmedo de esta Super Bowl es que resucite como el Ave Fénix en una última noche mágica, para darlo todo y conducir a sus Broncos a la victoria.

El problema es que más allá de cualquier sueño, Peyton tiene unas limitaciones físicas que simplemente le impiden lanzar con fuerza y control del balón. Y eso no se puede corregir con un último esfuerzo. Pero como sigue siendo un genio, y conoce hasta dónde puede llegar, se conforma con limitar daños, intentar no cometer errores, sacar el máximo partido de cada oportunidad que se presente, y si suena la flauta bien, y si no suena qué se le va a hacer. Porque pase lo que pase, salvo debacle por su culpa, nadie le va a echar nada en cara. E incluso en el peor de los escenarios, tampoco le va a tirar nadie de las orejas, que demasiado ha hecho ya el hombre con llegar hasta este punto.

Así que el guión de los Broncos está muy claro, y no pasa precisamente por Peyton Manning. En ese punto concreto se conforman con que cumpla, y eso ya es mucho. El auténtico corazón de este equipo está en su defensa, y a ella se encomendarán con velas a cada santo. San Von Miller, San Demarcus Ware, San Brandon Marshall y San Trevathan, aunque este último tenga nombre de servidor de las tinieblas. San Chris Harris, San Aqib Talib, y todos ellos fabricando milagros a destajo para conseguir que el ataque de los Panthers no coja velocidad, y de paso robar un par o tres de balones que puedan decidir el partido.

Otro guión parece inimaginable. Anderson y Hillman intentando correr como solo han hecho este año en contadas ocasiones, Peyton dejando dos o tres gotas de genio y la defensa montando un muro. Marcador bajo, partido apretado, McManus enchufándolas desde 50 yardas y que sea lo que Dios quiera. Que ahora mismo toda la plantilla de los Broncos, sin excepción, firmaría llegar al último cuarto cero a cero, y que todo se decida con una pistola de tambor y una sola bala mareada.

Lo más curioso es que todos parecemos saber lo que son los Broncos, con sus evidentes miserias y sus grandezas, quizá el peor ataque que ha llegado a una Super Bowl desde los Bears, y con la ilusión de que eso no impida que salgan victoriosos como hicieron aquellos Ravens que cerraron el siglo, o esos Buccaneers que torturaron a Gannon. Pero no son tantos los que acaban de creerse que estos Panthers sean uno de los equipos más maravillosos que han pisado un emparrillado en los últimos años.

No sé muy bien cómo explicar esa actitud extendida entre muchos aficionados, que miran a Newton y compañía de reojo, desconfiados, como si una temporada casi perfecta, y un tornado en los playoffs, fuera solo un accidente. Casi deseando que pierdan la final solo para poder decir “te lo dije”. Como si los Panthers fueran una rareza inesperada. Un tren de ida y vuelta que estuvo en el momento justo en el momento preciso. Cuando lo más curioso es que quizá sean los Broncos los que han tenido este año ese don de la oportunidad.

Los Panthers no solo son legítimos y grandes favoritos, sino que parecen haber irrumpido para quedarse. Frescos, modernos, con el espíritu rompedor de quien se sabe joven y capaz de conquistar el mundo. Con un ataque terrestre que no solo es bueno por la resurrección de un genio como Jonathan Stewart, sino porque despliegan una variedad de jugadas, una imaginación, un desparpajo, que abruman a sus rivales. Contra los Panthers no es suficiente con tener una de las mejores defensas contra la carrera de la NFL. Además hay que tener una capacidad de improvisación y de anticipación sobrenatural, porque pocos equipos son capaces de hacer tantas cosas diferentes en tan poco espacio de tiempo.

Y eso sin haber sacado todavía a la reina al centro del tablero. Cam Newton quizá sea un fanfarrón más o menos simpático, pero no parece de esos jugadores que se achantan en las grandes ocasiones. Más bien lo contrario. Es uno de esos tipos extraños que ha nacido para brillar en ellas. Y ya no queda ninguna duda de que puede comerse el mundo sin perder su eterna sonrisa.

Broncos y Panthers con Peyton y Cam acaparando focos, pero con Von Miller y Kuechly aspirando al MVP. Defensas espeluznantes para cerrar la temporada. Añoranza del viejo Manning y admiración infantil hacia el nuevo Newton. Es la Super Bowl. La antesala del interminable peregrinar por el desierto en busca de una nueva temporada.

Es increíble. No ha acabado ésta y ya estamos deseando que comience la siguiente.