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Denver Broncos 24 - Carolina Panthers 10

La defensa de los Broncos machacó a los Carolina Panthers

El ataque de los Broncos casi fue un espectador más, mientras su defensa torturaba a Cam Newton y a todo el ataque de los Panthers hasta la humillación.
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La defensa de los Broncos machacó a los Carolina Panthers

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Definitivamente, las defensas pueden ganar campeonatos. ¡Y de qué manera! Los Denver Broncos prácticamente no tuvieron que apelar a su ataque. Entre Von Miller, Malik Jackson, Chris Harris, Demarcus Ware y compañía, se bastaron y se sobraron para bajar de la nube a los Carolina Panthers, desmontar su ataque desde los cimientos, sacar el máximo partido de todos sus errores, provocar unos pocos más, y conseguir algo en lo que los de Denver se han convertido en maestros: proteger una diferencia ajustada en el marcador con uñas y dientes hasta el final.

En pocos minutos se pusieron por delante. Primero fue una patada a palos después de que Peyton Manning, casi siempre desaparecido durante el resto de la tarde, se aprovechara de los blitzs iniciales de una defensa de Carolina demasiado atrevida. Field goal de 34 yardas y 3-0 en el marcador. Después llegó la primera estocada defensiva. Von Miller, majestuoso una vez más, atropellaba a Cam Newton que perdía el control del balón para que Malik Jackson lo recuperara en la zona de anotación rival. Los Broncos se ponían 10-0 y todos los espectadores se frotaban los ojos. El esperado guión del partido saltaba por los aires.

Si algo han demostrado los de Denver durante toda la temporada, es que remontarles dos anotaciones es misión imposible. Parece que no van a aguantar, que terminarán claudicando, que su ataque no ayuda porque avanza ni a rastras, que sus rivales terminarán por ajustar y encontrar la combinación de la caja fuerte. Pero no. Imposible. Son infranqueables. Siempre buscando robar el balón, siempre agobiando para sacar a sus enemigos de quicio. Y eso es lo que consiguieron.

Solo hubo un momento en todo el partido en que vimos de verdad a los Panthers de toda la temporada. Con Cam Newton rompiendo y arrancando a correr con peligro, Greg Olsen perforando en diagonal, y Jonathan Stewart volando por encima de la defensa para anotar un touchdown. 10-7 y parecía que la pantera volvía a rugir, que habían encontrado la manera de salta por los aires la cerradura. Pero fue un espejismo.

El partido entró en colapso. Los Broncos no avanzaban en ataque porque Peyton Manning no está para jugar a esto desde hace mucho tiempo, y no sirvió ni como espantapájaros. Los Panthers, cada vez más desquiciados e inoperantes, no sabían cómo desplegar su juego porque entre Von Miller y Demarcus Ware cerraban las rutas de carrera a Cam Newton y entraban como exhala ciones a por él aprovechando el desconcierto.

Sin embargo, nada de eso hubiera sido decisivo si Carolina no hubieran empezado a acumular errores. El primero fue un retorno de 61 yardas de Norwood, el más largo en la historia de la Super Bowl, que nació después de que, inexplicablemente, los jugadores de los Panthers no placaran a su rival en el momento en que atrapó el balón. Peyton Manning empezó a atacar a 14 yardas de la end zone de sus rivales, pero no pudo conseguir un primer down. El field goal le dio a los Broncos tres puntos más (13-7) que supieron a muy poco. La estocada podía haber sido letal, pero ese no es el estilo de este equipo, que prefiere torturar a sus rivales, hacerles creer que la victoria está al alcance de la mano, para desquiciarles, desesperarles, destrozar su autoestima hasta lo más profundo.

Los errores del ataque de Carolina, aciertos de la defensa de Denver, se sucedían sin parar. Tolbert perdía el balón y se lo devolvía a Peyton Manning, que otra vez daba aire a sus rivales lanzando una intercepción. Parecía que la defensa de los Broncos tenía que luchar contra los Panthers y contra su propio ataque, pero daba lo mismo. Podía sobreponerse a todo. Habría sido capaz de destrozar hasta a dos ataques que hubieran intentado luchar contra ellos simultáneamente.

Después del descanso los Panthers parecieron resucitar, pero rápidamente volvieron a acumular fallos garrafales. Primero fue un field goal de 44 yardas que Gano estrelló en el palo, luego un pase interceptado a Cam Newton, después el enésimo sack de la defensa de Denver, que sumó siete en el partido… Y mientras tanto los Broncos seguían clavando clavos en el féretro de sus rivales. Field goal de McManus y 16-7 en el marcador. Dos anotaciones de diferencia. Un universo inalcanzable para cualquier rival. Nos dolían los ojos de tanto frotárnoslos incrédulos.

A esas alturas ya no había partido. Cada balón suelto caía en las manos de los jugadores de Denver, cada rifa terminaba con premio al blanco. Los Panthers simplemente no estaban. Groguis, conmocionados, fuera del mundo, sin entender nada de lo que estaba pasando. “¡por favor, vamos a empezar otra vez que estamos un poco despistados!”.

Un field goal anotado por los Panthers mediado el último cuarto parecía darles un último aliento (16-10). Pero era mentira. Parte de la tortura estudiada, repetida una y otra vez, por la defensa mágica de los Broncos. Estaban a una anotación, quedaba tiempo de sobra para remontar, Cam Newton tenía el balón en las manos, no se había reído en todo el partido pero estaba a tiempo de hacerlo… hasta que Von Miller, otra vez Von Miller, el dios de la Super Bowl 50, el alma de unos Broncos que han demostrado que se puede ganar la gran final solo con defensa, le arrancó el balón de las manos para que Peyton Manning pudiera empezar la serie de la puntilla a cuatro yardas de la end zone rival.

Y ahí CJ Anderson, la mejor arma ofensiva de los Broncos durante toda la temporada, corrió en busca de su premio y consiguió el touchdown del punto y final; con conversión de dos puntos de Peyton Manning, que volvió a la vida a última hora para poner su granito de arena. 24-10 y hasta el año que viene. Los Denver Broncos, víctimas antes del kickoff inicial, habían demostrado que una defensa sola, sin la más mínima ayuda de su ataque, podía ser  capaz de llegar a la Super Bowl y ganarla sin despeinarse.

Al final va a ser verdad que los quarterbacks están sobrevalorados.