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Seattle Seahawks

Marshawn Lynch se despidió de la NFL dando el cante

Un tweet a destiempo durante la última Super Bowl terminó de confirmar lo que era un secreto a voces: 'Beast Mode' estaba harto de jugar al football americano.

Actualizado a
Marshawn Lynch lleva mucho tiempo con la cabeza en otra parte que no es la NFL.
JAMIE SQUIREAFP

El otro día os contaba que hay deportistas que quizá se retiran antes de tiempo, pero que eso es algo que ya nunca sabremos. Me pregunto si ese es el caso de Marshawn Lynch después de 10 temporadas, 9.112 yardas, 74 touchdowns, un anillo de campeón y aquella carrera ante los Saints que lo elevó al Olimpo de los elegidos.

Si algo tenemos claro todos los aficionados a la NFL es que Marshawn Lynch va ‘a su bola’. Habla con la prensa cuando quiere, se mete en los fregados cuando le apetece, y le importan muy poquito los colores que tiene que defender. Siempre ha parecido ver la NFL como un negocio en el que ganar dinero, y también ha actuado con coherencia absoluta hacia esa premisa.

Por eso a nadie le ha extrañado que en medio de la Super Bowl, cuando Broncos y Panthers se partían la cara en busca del ansiado Lombardi, subiera un tweet con una fotografía de unas botas colgadas de un cable como anuncio de su retirada.

Muchos piensan que Lynch es un verso suelto, un tipo cuyas reacciones son todo menos racionales. Yo siempre he creído que es más listo que un ‘ratón colorao’, y que nunca ha dado una puntada sin hilo.

Hace mucho que Lynch no es jugador de los Seahawks. Lynch es jugador de sí mismo. Y eso es lo único que me tiene desconcertado ¿Por qué renovó su contrato con los Seahawks? ¿Por qué no se retiró hace un año?

A todos los efectos, ‘Beast mode’ dijo adiós justo hace un año, después de que Pete Carroll decidiera que la última jugada ofensiva de su equipo en la Super Bowl que los Seahawks perdieron contra los Patriots fuera un pase de Wilson y no una carrera suya. Intercepción y punto final. La relación con su entrenador ya estaba bastante emponzoñada con anterioridad. Carroll parecía harto de tener un verso suelto en el equipo que hacía lo que le apetecía fuera del campo, y cada vez más también dentro de él.

Aquella decisión final de Carroll indignó a Lynch, que como casi siempre ha hecho no se quejó explícitamente cara a cara, o eso creemos, pero llenó las redes sociales de insinuaciones y reproches que eran todo menos velados. Incluso se llegó a especular con que el jugador estaba planteándose muy seriamente el retiro, y que difícilmente seguiría en Seattle.

Sin embargo, la sorpresa fue mayúscula cuando ambas partes llegaron a un acuerdo por dos años y 24 millones de dólares, 12 de ellos garantizados. Y lo más curioso fue ver que, después de firmar, Lynch siguió con esas insinuaciones que confirmaban que su relación con Carroll no se había arreglado tras la firma del jugoso acuerdo.

En un principio todos pensamos que la actitud de Lynch previa al contrato había sido una medida de fuerza de cara a la renovación, pero muy pronto se vio que ‘algo olía mal en Dinamarca’.

Este año Lynch ni siquiera se ha presentado a jugar. Vale, sí, estuvo de cuerpo presente en siete partidos, pero a efectos de los Seahawks casi habría dado lo mismo que se hubiera quedado en su casa. Solo el día de San Francisco se pareció en algo a ‘Beast Mode’. Y mientras tanto, su madre declaraba lindezas sobre Carroll para que quedara claro que le habían tomado la matrícula del entrenador y no estaban dispuestos a olvidarla.

Lynch grababa anuncios, aparecía en videojuegos y vivía a su modo, mientras poco a poco todos nos convencíamos de que lo que menos le importaba en su vida era el football americano. Algo que confirmó cuando se borró del primer partido de playoffs contra los Vikings, sin que nadie supiera explicar a que se debió su espantada.

Reapareció a última hora contra Carolina, en el que a la postre parece que será el último partido de su carrera, pero sus 6 intentos para 20 yardas no son precisamente la rúbrica con el que un jugador sueña sellar su legado.

Por si había alguna duda, Marshawn Lynch, genio y figura, dijo que se retiraba con un tweet de unas zapatillas en medio de una Super Bowl que probablemente ni siquiera estaba viendo. ¿Un ataque de ego? ¿Una reacción impulsiva para volver a dar la nota? Sigo pensando que Lynch no da puntada sin hilo desde hace mucho tiempo. Que se ha creado una figura pública, ha tallado un personaje, y posiblemente se ha asegurado una presencia mediática más allá de la NFL.

Al final, mi sensación es que este año Lynch ha timado a los Seahawks, a sus aficionados y a la NFL dando el golpe de los doce millones y medio de dólares, riéndose de todo el mundo y despidiéndose de la NFL como ha hecho casi todo: dando el cante.

Lynch, lo hemos pasado en grande contigo y entiendo que quizá cada uno deba ir a lo suyo en su vida, pero tal vez habría sido mejor que no se notara tanto. Si alguna vez me engancho al Call of Duty te perseguiré por todo el juego para vengarme. No lo dudes. Pero también te aseguro que me das mucha envidia. Me gustaría poder hacer en cada momento lo que me apeteciera sin importarme las consecuencias.

Hasta siempre, ‘Beast Mode’.