Conor McGregor, el luchador de UFC más temido del mundo
Mide 1,75 m y pesa 70 kg, pero pocos osan desafiar al irlandés que pronostica el KO a sus rivales fuera del ring y luego lo materializa dentro.
Dicen de Conor McGregor que su trash-talking (intimidación con insultos y provocaciones) es de otra órbita. El irlandés de 27 años te cuenta verdades y todo forma parte de una estrategia calculada. El una vez aprendiz a fontanero de Dublín lleva una racha que le hace parecer el Nostradamus de la Ultimate Fighting Championship (UFC). De sus últimos cuatro combates, ha predicho tres con una precisión increíble. “Haré KO a Aldo (entonces imbatido durante una década) en primera ronda”, y así fue, en apenas 13 segundos. Igual que un “KO en segunda ronda” a Mendes y otro “KO en primera” a Poirier.
Todo lo que hace The Notorious forma parte de un meticuloso plan que le mantiene imbatido en la UFC. Si no le conviene: pasa de ello. Como cuando ganó Luchador UFC de 2015 y no asistió a la gala porque tenía que entrenarse. Con él, hasta su música pasa por un preciso filtro. Como buen irlandés, su grupo preferido es U2 y estos le desearon suerte en Twitter con un mensaje en gaélico: “¡Nos divertiremos viéndote! Arriba Conor, ¡arriba!”.
McGregor, hijo de taxista y ama de casa, creció con el boxeo como pasión. De adulto, dejó de ir al trabajo y se dedicó a lo que entonces era un hobby: la lucha, en concreto las artes marciales mixtas. Los vídeos virales de esta entonces nueva modalidad le absorbieron y lidió durante años con los puristas de un país con tanta tradición de boxeo.
A sus 20 años, la UFC tuvo un evento en Dublín. McGregor, fascinado, empezó a ganar combates del circuito local, tumbando a rivales en meros segundos. Dana White, presidente de la UFC, vio sus vídeos en internet y, maravillado por su personalidad, decidió ofrecerle un contrato de bajo riesgo. Ahora, considera el irlandés como “la acción más barata” de la historia de la competición.
En el concurrido hotel MGM de Las Vegas, una de cada diez personas que entra por la puerta lo hace con una bandera irlandesa. Esto, en el país del que es Nate Diaz... Y es que Conor es el más temido dentro del ring, pero fuera de él el más querido. Sea la cita que sea, no hay fan suyo que se vaya sin foto o autógrafo. Y eso también forma parte del plan del luchador más temido del mundo.