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BÁDMINTON | EUROPEO

Carolina Marín, campeona de Europa por segunda vez

La española venció en la final a la segunda raqueta europea, Kirsty Gilmour, en dos sets (21-12 y 21-18) en un partido donde fue muy superior.

Actualizado a
Carolina Marín celebra su título europeo.
JEAN-FRANCOIS MONIERAFP

Carolina Marín ya es por segunda vez campeona de Europa. La onubense no falló y venció a la escocesa Kirty Gilmour (21-12 y 21-18, en 43 minutos) en la final en la que la española fue insuperable para su rival. Un título que se suma dos años después de su primer oro continental, el de Kazan 2014, que significó la explosión de esta jugadora que, dos temporadas después, se codea con las mejores raquetas del planeta y es firme candidata al oro olímpico en Río.

Carolina encaraba esta final de una manera muy diferente a la de hace dos años. Si en 2014 el objetivo era confirmar con un título toda la proyección que se le suponía, en este 2016 Carolina debía respaldar que está en otra dimensión, en un nivel, hoy por hoy, muy superior al que a día de hoy ofrece el cuadro femenino europeo.

No obstante, enfrente tenía a la segunda mejor jugadora del continente, una Kirsty Gilmour que anda en el puesto 21º de la lista mundial y que cuenta con múltiples recursos ofensivos como para inquietar a cualquiera. Carolina, por su parte, con las dudas que le podían generar un hombro maltrecho (necesitó asistencia en semifinales) y el no haber levantado aún ningún título en un año enfocado a Río, necesitaba un triunfo que le confirmara marchar por el buen camino.

Carolina Marín dominó desde el principio

Carolina Marín en acción.
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Carolina Marín en acción.JEAN-FRANCOIS MONIERAFP

Y eso exactamente fue lo que ocurrió en la final. Carolina entró dispuesta a mostrar su mejor bádminton, ese que la ha llevado a la cima de un deporte que hasta que llegó ella era semiclandestino en España. Gilmour sólo pudo aguantar el ritmo de la española hasta el 4-4. Pero hasta ahí llegó, porque enfrente la onubense ya dominaba todas las facetas del juego. Gilmour forzaba cada remate para incomodar a Carolina, pero esa estrategia le llevaba a cometer continuos errores. Dos defensas magníficas de la española (18-11) anuló las últimas esperanzas de la escocesa en la primera manga (21-12).

El segundo set fue más igualado porque, sencillamente, a Gilmour le empezaron a entrar los remates que hacía pocos minutos caían fuera de la pista. Pasado el ecuador, el partido era parejo (11-11). Pero un tremendo revés cruzado para, a continuación, despejara un volante al cuerpo con una gran defensa, fue la muestra de la distancia entre ambas jugadoras. Carolina ya no abandonó el mando (14-11) hasta cerrar el partido (21-18).

Y cuando lo hizo, respiró. Aliviada de haber cumplido los pronósticos, tranquila porque el hombro no le había impedido colgarse el oro, satisfecha de marchar por el buen camino hacia su objetivo: los Juegos de Río. Y, tras mandar un simpático saludo a su madre (desde luego era el día indicado), escuchó el himno español desde lo más alto. Esa imagen que todo el deporte español sueña con ver este verano bajo los aros olímpicos de Río.