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Giants 27 - Redskins 29

Los Giants se autodestruyen con un football barriobajero

Nueva York dominó la primera mitad con un ataque terrestre que los Redskins eran incapaz de frenar, pero luego, sus jugadores decidieron convertirse en macarras.

Actualizado a
Los Giants se autodestruyen con un football barriobajero
AL BELLOAFP

Los Giants de 2016 querían librarse de su gran maldición en los últimos años: la falta de disciplina. Durante la última etapa de Coughlin daba la impresión de que cada jugador hacía lo que quería sobre el campo, que si alguien se sentía ofendido se tomaba la justicia por su mano, y que a nadie le importaba demasiado si se ganaba o se perdía, con tal de cobrarse sobre el emparrillado todas y cada una de las deudas pendientes que tuvieran con los jugadores rivales.

La realidad es que, visto lo visto frente a los Redskins, para este viaje no hacían falta alforjas. Los Giants de McAdoo son igual de indisciplinados. Incluso más macarras si cabe. Richburg fue expulsado del partido en aplicación de la nueva norma de dos faltas antideportivas, pero no fue el único que de forma ridícula, insultante para los aficionados de los Giants, cometía faltas contra jugadores que ya no estaban interviniendo en las jugadas, solo para cobrarse deudas que a ellos les debían parecer importantísimas, pero que destrozaron a unos Giants que empezaron jugando mucho mejor, y terminaron desquiciados.

Ahí no terminaron los males para el equipo azul de Nueva York. Y es que no hay nada más letal para ellos que una tormenta perfecta que sume esa indisciplina generalizada con Eli Manning en ‘modo lelo’. El quarterback empezó muy bien, conectando con Shepard, uno de los rookies que más está brillando en este inicio de temporada de la NFL. Además, la defensa de los Redskins era un coladero por el que entraban las carreras interiores de Vereen y Darkwa como si fuera de mantequilla.

Mientras el ataque terrestre de los Giants hacía estragos, los Giants conseguían tres touchdowns (Vereen de carrera, Shepard tras un pase de Eli de23 yardas, y Darkwa otra vez de carrera), los Redskins solo lograban responder con tres fieldgoals. Poco antes del descanso, el marcador (21-9) y el juego presagiaban que el duelo podía quedar decidido rápidamente.

Sin embargo, Cousins jugó en Nueva York su mejor encuentro de la temporada. Su equipo no conseguía correr, y la defensa no ayudaba, pero él daba un festival de pases agresivos a DeSean Jackson, Pierre Garçon, Jordan Reed y Jamison Crowder, para mantener a los suyos en el partido. Un lanzamiento profundo a Jackson de44 yardas, culminaba un drive meteórico con un touchdown que les mandaba al descanso solo cinco puntos por debajo (21-16).

La segunda mitad se inició con una tángana entre Josh Norman y Odell Beckham, que ya llegaban calientes de la temporada pasada cuando se enfrentaron Giants y Panthers, y esa fue la mecha que provocó que el partido saltara por los aires. Los Giants simplemente dejaban de correr, Eli Manning, que había rehuido a Beckham en la primera mitad, anulando a Norman por el camino, insistía en buscar a su receptor favorito, con lo que el choque se iba calentando más y más hasta convertirse en una pelea callejera. Pero mientras los azules se salían del partido a golpe de penalización ridícula, los Redskins aprovechaban el respiro para que Cousins consiguiera buenas posiciones de campo y siguiera haciendo daño con sus pases medios y profundos.

Pese a todo, los Giants parecían mantener la iniciativa en un partido de toma y daca en el que se sucedían los fieldgoals en un lado y otro del campo. Pero entonces fue cuando se activó el alma letal que adelantaba antes. Eli Manning, contagiado del caos que reinaba en su equipo, sufría dos fumbles y lanzaba pases sin ton ni son hasta que dos de ellos fueron interceptados. Uno en la zona roja de los Redskins, y otro en el drive final, cuando tenía tiempo de sobra para llegar a distancia de filed goal.

El 27-29 definitivo a favor de los Redskins es una bocanada de aire para los capitalinos, pero es un golpe muy duro para unos Giants que vuelven a ser esclavos de su falta de disciplina y de un Eli Manning que se convierte en su mayor enemigo cuando se pone en ‘modo lelo’.