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AS COLOR: Nº 2

Manuel Benítez 'El Cordobés': "El boxeo se parece al toreo"

Una figura del toreo necesita una gran preparación física. El Cordobés practicaba el fútbol, el tenis, el boxeo, la caza y la natación para mantenerse en forma.
Boxeo en vivo: Russell Jr. vs Diaz

Actualizado a
Imagen de Manuel Benítez 'El Cordobés' de 2001.
J. OBRERO

Manuel Benítez El Cordobés (4 mayo 1936) era el número uno en los ruedos en la década de los 60 y principios de los 70 y fue el torero que más controversia creó entre los aficionados por su forma de interpretar el toreo, pero que, sin duda alguna, más benefició en aquellos momentos a la Fiesta. De una infancia de penurias y hambre en su Palma del Río natal, huérfano, de robar gallinas, de buscarse la vida pasó a convertirse en el hombre más popular de España. No fue sólo un fenómeno taurino, fue un fenómeno social, en el que mucho tuvo que ver su apoderado, Rafael Sánchez, El Pipo, el ideólogo de todas las campañas de promoción del torero cordobés. Su carrera comenzó a fraguarse cuando se tiró como espontáneo en la plaza de Las Ventas y el toro le proporcionó una paliza monumental. Tomó la alternativa en 1963 de mano del gran Antonio Bienvenida. Con El Cordobés se dispararon todos los récords de asistencias en las plazas y delante de la televisión, y, por supuesto, cobraba mucho más que el resto de sus compañeros (de aquella época son Paco Camino, El Viti, Antonio Ordóñez...).

Su biografía O llevarás luto por mí, escrita por Larry Collins y Dominique Lapierre, se convirtió en un auténtico best-seller, protagonizó dos películas, Aprendiendo a morir (1962, Pedro Lazaga) y Chantaje a un torero (1963, Rafael Gil), y hasta tiene una calle en Las Vegas (Estados Unidos).

Y entre corridas de toros (sumó hasta 121 en 1970, para las que se desplazaba en avioneta) y saltos de la rana, El Cordobés fue protagonista en el segundo número de la revista AS Color. Para un periódico deportivo también era interesante saber cómo se preparaba físicamente una figura del toreo. Y Manuel Benítez se destapó como un gran deportista. Fútbol, tiro al pichón, caza, boxeo, tenis, natación, frontón, eran los deportes que mantenían en forma al torero. Pero, sobre todos, hay un deporte que fascina a El Cordobés: el boxeo. El propio torero contaba cómo hizo guantes con Folledo. “Me tiró un viaje, que si me agarra, me arranca la cabeza”, contaba.

Su pasión por el boxeo y su privilegiada situación le permitieron ver un combate, en el Madison, entre Classius Clay y Frazier. “Clay bailaba y golpeaba como los ángeles y no necesitaba golpear para tener una personalidad impresionante. Clay lo tuvo todo y era tan extraordinario en la calle como en el ring. Era un show, un monstruo”.

Para El Cordobés, el toreo y el boxeo son similares: “Se parecen como dos gotas de agua. La emoción se produce por el riesgo, pero mientras el torero gana al toro por inteligencia, en el boxeo son dos inteligencias enfrentadas que persiguen el triunfo. Ambos necesitan una preparación física, una técnica, un arte y una inteligencia para defenderse”.

Sobre una de sus tierras, El Cordobés mandó construir un polideportivo para que “los chicos hicieran deporte”. Jugaba de delantero en su equipo de fútbol sala. “En todos los puestos de la delantera, porque lo que me gustaba era atacar. Y lo hacía con tanto brío que a veces marcaba en propia puerta”. Socio del Córdoba y del Madrid, admiraba a Di Stéfano, Gento y Kopa. “Una vez jugué con Kubala en Córdoba. Recuerdo que me agarraba del brazo para impedirme correr y yo le decía: ‘suéltame, chico’. Pero no me soltaba”.

Manuel Benítez tiene el honor de ser el Quinto Califa, máximo reconocimiento para un torero cordobés. Los otros cuatros Califas fueron Rafael Molina, Lagartijo, Rafael Guerra, Guerrita, Manuel Rodríguez, Manolete, y Ricardo Torres, Bombita. Abrió ocho veces la Puerta Grande de Las Ventas. Su toreo tuvo partidarios y detractores, invadió el terreno del toro, pero no dejó indiferente a nadie.

Se retiró por primera vez en 1971 para reaparecer en 1979, pero en 1981 lo dejó definitivamente tras una corrida en Albacete, en la que murió un espontáneo.