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DETOCHO

Fin de toda discusión: Tom Brady es el mejor de la historia*

La exhibición del domingo pasado colocó al quarterback de los Patriots en un lugar en el que ningún otro jugador ha estado.

Ciudad de MéxicoActualizado a
BOSTON, MA - FEBRUARY 07: Tom Brady of the New England Patriots celebrates during the Super Bowl victory parade on February 7, 2017 in Boston, Massachusetts. The Patriots defeated the Atlanta Falcons 34-28 in overtime in Super Bowl 51.   Billie Weiss/Getty Images/AFP
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Billie WeissAFP

Hay algunas frases que son increíblemente difíciles de decir: “me gustas”, “no me gustó como me cortó el cabello”, “jefe, creo que está equivocado”, “oye, te huele la boca” y “Tom Brady es el mejor quarterback de la historia”.

Si me preguntan, preferiría estarle diciendo en este momento a mi jefe que me gusta, pero se equivocó al cortarme el cabello y además le “ruge la buchaca”, pero no. No tengo opción.

Aquí estoy después de tantos años de negación, de tantos años de una relación conflictiva con los New England Patriots, con Tom Brady y sus aficionados, sobre todo con sus aficionados, para admitir lo que para todos es evidente. Para poner la rodilla en el suelo. Para reconocerlo de una vez por todas: Tom Brady es el mejor. Punto.

El domingo en Houston vimos historia, fuimos testigo del material con el que se construyen las leyendas. El juego de gripe de Michael Jordan, Federer contra Nadal en la final de Wimbledon de 2007, el gol de Zidane contra el Leverkusen en la final de la Champions en 2002, el juego de tres jonrones en la Serie Mundial de 1977 de Reggie Jackson. Creo que el punto queda claro.

Pudimos ver la mayor remontada en la historia del Super Bowl. Un déficit borrado casi exclusivamente por la gracia del brazo derecho de Thomas Edward Patrick Brady. Pero también por sus ojos, por su cerebro, su juicio y su toma de decisiones. Principalmente por su liderazgo, por su comunicación con compañeros y entrenadores. Por su precisión.

Más importante, el domingo fue el juego que puso fin al debate. Con toda su grandeza, Peyton Manning, Dan Marino, Joe Montana, Johnny Unitas, Terry Bradshaw o Shane Falco están un escalón por debajo, algunos hasta escalón y medio. Lo que ha hecho Brady en su carrera no se puede replicar. Se podrán buscar muchos argumentos para defender el caso de tal o cual jugador, pero ninguno de ellos será válido en comparación con las credenciales de Brady. Nos guste o no.

Me recuerda tanto a Barry Bonds. Un tipo que está por encima de cualquier debate. Pero que de igual forma jamás podrá sacudirse sombras y estigmas. Cuyo asterisco lo acompañará siempre. Porque Brady, al igual que Bonds, no necesitaba de ningún agente externo para impulsar su carrera, pero la tentación fue simplemente demasiado grande.

Ese último cuarto y tiempo extra del Super Bowl, en donde Brady simplemente no parecía fallar un solo pase, en el que estaba en pleno dominio, prácticamente en una zona, pese a que fue golpeado y se sobrepuso a un añejo historial de falta de concentración ante el contacto físico, me recordó ese lapso entre 1992 y 2004 en el que Bonds aprendió a batear errores del pitcher, exclusivamente. No podía fallar.

Y no se necesitaban cámaras de video, balones desinflados o las espinacas de Popeye para hacer lo que hacían esos dos en ese momento. No hay esteroide que de la coordinación mano-ojo de Bonds, como tampoco habrá señal defensiva que detenga esa ejecución de Brady.

Pero tampoco hay suficiente cloro en el mundo para borrarles la mala reputación. Para ocultar el enorme e innecesario asterisco. Porque, damas y caballeros, Bonds y Brady, ambos, hicieron trampa. Ambos pagaron el precio por hacer trampa, a menor o menor grado, y la historia tendrá un lugar para ellos, tanto por sus logros como por sus trampas.

No hay argumento que valga. ¿Todos hacen trampa? Bien, entonces eres doblemente culpable, de ser tramposo y de ser lo suficientemente estúpido para ser agarrado. Así de fácil. ¿Qué no fue tan grave? ¿Entonces por qué hacerlo?

No tiene sentido, es inexplicable, pero ambos lo hicieron. Y en el caso de Brady y los Patriots, no importa cuánto lo intenten, no pueden sacudirse la polémica. El mejor de los ejemplos está en su jersey robado.

Doy gracias porque ya se descartó que el hurto ocurriera durante la presencia de la prensa en el vestuario, o me hubiera obligado a señalar a algunos colegas ansiosos de darle la razón a Donald Trump.  

Pero fue ‘Patriot on Patriot crime’. Las líneas de tiempo apuntan a que al momento del robo el vestidor estaba ocupado exclusivamente por jugadores de los Patriots, empleados de los Patriots, familiares de los Patriots y altos mandos de los Patriots. No hace falta tener maestría en cálculo avanzado para encontrar el común denominador.

El responsable, con toda certeza un Patriot, es lo suficientemente incauto para robarse a la Mona Lisa. Un jersey de medio millón de dólares que no podrá vender jamás a precio real porque todo el mundo sabe que fue robado. Ah, pero tenía que hacerlo. Parece inscrito en el ADN. Otro ardid innecesario.

Por fortuna, no hay nada que ensucie el juego de Brady del domingo pasado. Hubiera sido criminal que tal logro resultara manchado como lo está parte de su legado. No, el Super Bowl LI fue una exhibición pulcra y limpia. Historia pura. La obra de una leyenda al que todos nosotros debemos considerarnos afortunados de ver.

Lo voy a decir una sola vez, y lo voy a decir fuerte y claro. Tom Brady es el mejor de la historia. Punto.

Ah, se me olvidaba: *