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Las Vegas Raiders

El error económico de la NFL al dejar Oakland por Las Vegas

La liga se ha dejado llevar por los beneficios a corto y medio plazo antes que por afianzar un modelo de negocio que va perdiendo sus raíces.

Actualizado a
El error económico de la NFL al dejar Oakland por Las Vegas

El traslado de cualquier franquicia deportiva norteamericana es traumático. Hace tiempo leí que en sus grandes ligas no existe el descenso, pero existe el riesgo de traslado, que es mucho peor. Y estoy de acuerdo. Los que somos de equipos pequeños sabemos bien lo que duele un descenso de categoría, así que prefiero no imaginarme lo que sería perder para siempre a mi Sporting de Gijón.

Por eso, cuando sucede una recolocación, como es el caso ahora de la marcha de los Raiders desde Oakland hasta Las Vegas, los argumentos en contra de las mismas suelen centrarse en aspectos emocionales. Los sentimientos venden mucho y dejar tirado a un grupo de seguidores, a una ciudad, genera una empatía inmediata en los que sufrimos, que es el único verbo correcto, como fans del deporte. El enfado suele tener siempre el mismo cariz: sólo piensan en el negocio, en el dinero.

Bajo ese prisma, rara vez tenemos en cuenta que las decisiones también pueden ser un desastre desde el punto de vista económico. Hay ocasiones en que es tan evidente, como en el caso de los Chargers mudándose de San Diego a Los Angeles, que sí que forma parte del análisis. Pero cuando es sutil lo pasamos por alto. Y eso ocurre, ahora, con los Raiders, que estamos dejando de lado la posibilidad de que la NFL se haya equivocado... también en lo económico.

Los números son atronadores...

Lo cierto es que la operación, en el apartado contable, no tiene un sólo pero. Nunca nadie había puesto 750 millones de dólares públicos para construir un estadio de la NFL. La ciudad de Las Vegas y el estado de Nevada lo han hecho. Pueden porque esa cantidad sale, sobre todo, de impuestos a turistas y, por lo tanto, no existe una oposición política como tal al desembolso. No es lo mismo que pedir al vecino de la ciudad que afloje la mosca, algo que en la California de Oakland es impensable.

Además, el resto de la construcción del estadio cuenta con un préstamo de 500 millones de dólares de Bank of America en el que las condiciones vienen negociadas por algunos de los grandes empresarios hosteleros de la ciudad del vicio. Podemos imaginarnos lo sencillas que habrán sido esas negociaciones.

Mark Davis, dueño de los Raiders, gana, de esta forma, todo ese dinero de manera inmediata: de quedarse en Oakland tendría que haberlo puesto él. El resto de propietarios se embolsará su cuota proporcional de los 350 millones de dólares que van a cobrar a los Raiders por el traslado. Lo que quiero decir es que a corto plazo, a medio si se quiere, el triunfo económico es incontestable. Es mucho dinero que no hay que apoquinar, es mucho dinero que se reparten entre ellos. ¿Con qué ley condenarles?

... pero la NFL decrece

Sin embargo, la NFL acaba de abandonar el sexto mayor mercado de Estados Unidos por uno que no está ni entre los 30 primeros.

El entorno de Oakland, de San Francisco, ha sido capaz de sostener, a la vez, dos equipos NFL, dos equipos MLB, un equipo NBA, un equipo NHL, un equipo MLS y dos equipos de football de NCAA. Y, en todos los casos, con una base de aficionados fiel, apasionada y que genera recursos económicos de manera continua, que es de lo que estamos hablando en este artículo. No hablamos de una afición guadiana sino de una fuerza motriz capaz de sostener todo lo anterior, y a enorme nivel. Los Raiders han sido históricos y personales allí, los 49ers no necesitan explicación, los Giants han ganado World Series tres veces en los últimos seis años, los Ahtletics son icónicos, los Warriors dominan la NBA... ¿alguien recuerda gradas vacías, equipos abandonados, en ese entorno?

Se pierde eso a cambio de una ciudad de paso, donde la fuerza económica suprema es el turismo y donde se va a convertir a los Raiders en una pata más del ocio, en una nota a pie de página en el recorrido turístico que se ofrezca a los visitantes. Si el equipo enlaza, pongamos, tres o cuatro temporadas con récord negativo ¿estará ahí la afición como lo estaba en Oakland? Yo no lo creo.

La televisión es la gran generadora de ingresos, ahora mismo, del deporte. En ese sentido, todos sabemos la gran diferencia entre ver un partido con la grada bullendo de animación, colorido, gritos, enfados y alegrías a otro en la que hay espectadores que parecen asistir a una función de circo.

Sumemos lo anterior al contexto de que los Raiders se mueven casi a la vez que los Chargers y los Rams, con lo que eso supone de bofetada gigantesca a tres ciudades y el efecto contagio que puede producir entre bases de aficionados similares, legítimamente preocupados de que podrían ser los siguientes, y veremos que la inversión, en tiempo y dinero, en la NFL podría caer por parte de quien sostiene todo el chiringuito: los que estamos ahí año tras año.

Ingresos fáciles frente a ingresos difíciles

Mi conclusión es que la NFL se ha decantado por los ingresos fáciles y rápidos frente a los más difíciles pero seguros. Se ha tirado en los brazos de la comida rápida para pasar el día en vez de pasarse toda la mañana con el puchero haciendo chup-chup para preparar algo realmente especial.

Es innegable que a corto plazo van a ganar más dinero, y hacer previsiones de cómo puede ser el mundo dentro de una década, cómo consumiremos espectáculo deportivo, es de un atrevido que roza la inconsciencia. Y, sin embargo, estoy convencido que abandonar raíces, fidelidades, comunidades construidas a base de años de derrotas y victorias, sentimientos familiares, es abandonar dinero seguro año tras año, ingresos enraizados en el corazón de cada equipo.

No hablo de sentimientos, hablo de negocios: la NFL se equivoca dejando Oakland por Las Vegas.