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Las Vegas Raiders

¿Cómo engañaron los Raiders al mayor apoyo de Donald Trump?

Mark Davis se apoyó en el empresario Sheldon Adelson, gran contribuidor de la campaña del presidente norteamericano, para llevar su equipo a Las Vegas.
Patriots-Steelers

Actualizado a
¿Cómo engañaron los Raiders al mayor apoyo de Donald Trump?

Para sorpresa de propios y extraños Mark Davis, dueño de los Raiders, tuvo unas palabras ayer en plena rueda de prensa sobre el traslado de la franquicia de Oakland a Las Vegas a favor del empresario hotelero Sheldon Adelson. Dijo que le agradecía sus esfuerzos y que nada de lo que estaba pasando podría haber sucedido sin él.

No estaba en el guión tal declaración porque Davis y Adelson rompieron sus relaciones empresariales el pasado enero y parecía que en bastante malos términos. El gesto fue correspondido con una publicación del empresario en la que se congratulaba de la llegada de los Raiders a su ciudad.

Esto ha vuelto a demostrar que Mark Davis puede no tener pinta de ser muy espabilado, amén de haber tenido que soportar las caricaturas hechas sobre él en las que se le pintaba como el heredero inepto de su brillante padre, Al Davis, dueño original de los Raiders, pero que es un fiero negociador. Esta es la historia de como Davis engañó al mayor apoyo económico de Donald Trump, presidente de los Estaods Unidos de América.

El sueño de Sheldon Adelson

Cuando los Raiders perdieron la carrera hacia Los Angeles en favor de, primero, los Rams y, después, los Chargers, su futuro pareció negro. Sin una solución viable en Oakland, y con la zanahoria de la gran urbe californiana fuera de alcance, Mark Davis se enfrentaba a lo que más miedo le daba: compartir el equipo. Vender una parte y ceder el control. De hecho, eso es lo que le pedían desde la alcaldía de Oakland para echar a andar el proyecto de nuevo estadio en la ciudad.

Ahí apareció Sheldon Adelson. El empresario es una de las grandes fortunas del mundo. Empezó de la nada y acabó teniendo un emporio llamado Las Vegas Sand en el que luce como la gran joya el The Venatian, el megalomaniaco hotel que simula ser Venecia, con canales y todo. En las pasadas elecciones presidenciales donó 125 millones de dólares a la campaña de Donald Trump, el mayor contribuidor de dinero del ahora presidente.

Suya es la visión de Las Vegas Raiders. Suya la idea de que la NFL sería increíble para su ciudad y sus negocios. Que lo es.

Así que contacto con Davis y, juntos, pusieron en marcha el proyecto. Adelson consiguió al dueño de los Raiders la garantía de que la ciudad pondría 750 millones de dólares para construir "el mejor estadio del mundo" y que él mismo aportaría otros 650 millones. Casi nada. A cambio, evidentemente, quería una parte del equipo.

Mark Davis, aprendiz de brujo

Mark Davis dijo que sí a todo y el proyecto avanzó de manera inexorable. Sin embargo, en sus planes jamás estuvo el ceder ni un céntimo de la propiedad del equipo. Así que en el pasado enero se presentó, por total sorpresa para Adelson, con un crédito concedido por Bank of America y avalado por otros grupos de poder de Las Vegas, por la cantidad que, en teoría, el empresario iba a aportar.

Completamente desprevenido, fue apartado del proyecto. Sheldon Adelson hizo pública una declaración muy dura en la que se mostraba decepcionado y dolido a partes iguales. Había sido engañado. Había dado todos los pasos necesarios y Mark Davis se había aprovechado hasta el momento de la verdad, en el que le apartó, pero ya con el tren a tanta velocidad que no había posibilidad de detenerlo.

De hecho, las especulaciones sobre que Adelson movería sus fichas para destrozar a Davis e impedir que los Raiders llegasen a Las Vegas no se hicieron esperar. Sin embargo, y aquí entra de nuevo la inteligencia de Davis, ¿qué sentido tendría? El dueño de la franquicia esperó hasta el último momento para ejecutar su movimiento y, entonces, los beneficios esperados para la ciudad, para los hoteles y, por lo tanto, para las empresas de Adelson eran tantos que no tenía sentido oponerse.

Es así como ambos, ayer, y a pesar de los pesares, se congratularon mutuamente. A fin de cuentas, ambos ganan.