Un reconocimiento al Rayo Vallecano

El Rayo llegó ayer a los 40 puntos y consumó su salvación, gracias a una segunda vuelta fenomenal. Admirable. Tiene el presupuesto más bajo, ha hecho frente a los desembolsos propios de la concursal a que ha estado sometido y arrancó muy mal. Pero Martín Presa no dudó de Paco Jémez cuando las cosas iban mal, ni este dudó de su fórmula de juego. Fútbol armado desde atrás. No dudó a pesar de las muchas críticas razonadas que recibía. No todos los equipos pueden jugar como el Barça, se le decía. Incluso: no es recomendable hacerlo con jugadores de poco fuste, es una pretensión absurda.

Le cayeron goles, se retrasó en la tabla. Pero insistió en la fórmula, igual que el año pasado. Ya entonces se mantuvo el equipo. Ahora era más difícil, porque la plantilla se vació por las necesidades financieras y hubo que empezar con otros. Pero insistió y funcionó. Ahora el Rayo lleva doce victorias, nadie duda de que se salvará, y además hace un fútbol elegante, por encima de las expectativas. Aquella fórmula que se tenía por la única posible para los modestos, de ‘patada a todo lo que se mueva y el balón que no toque el suelo’, va dando paso a un fútbol mejor. Bueno en su modestia.

Aquella fórmula bárbara, por cierto, tampoco garantizaba nada. Siempre hubo y habrá los que queden atrás y desciendan. Y es más fácil que bajen los que tienen jugadores no tan buenos como los de otros equipos. Bueno, pues ahora resulta que intentar jugar de forma elaborada y culta, si se me permite la palabra, resulta no sólo bello, sino también práctico. Esa contraposición entre lo útil y lo bello fue siempre un sinsentido. Se puede ganar al fútbol ganando de distintas maneras, pero la Historia demuestra que se gana más jugando mejor, con el balón como aliado. Este Rayito es un ejemplo más.