Del penalti de Casillas al golazo de Isco

El Madrid compareció en el Mundialito arrasando, como era de esperar. Hay demasiada distancia, hombre por hombre, entre los clubes ricos de Europa, y el Madrid es el más rico de todos, y lo mejor que podamos encontrar en cualquier otra confederación. Ése es el hándicap de este campeonato, urdido desde la buena intención de echar a competir entre sí a los campeones de cada región geográfica de la Tierra, pero descompensado porque en el fútbol, más que en ninguna otra cosa, hay un mundo opulento y los demás quedan lejos. Como se decía en otro tiempo, el Madrid ganó sin bajarse del autobús.

En Carrusel, la monotonía de este partido de una sola dirección se compensaba por las emociones que introducía la Copa desde otros campos, particularmente desde Mestalla, con ese fenomenal 4-4. En Marrakech hubo golpes de emoción o belleza espaciados, siempre dentro de la certeza de que estábamos viendo una película con guión previsto. Pero dio para ver a Casillas parar su segundo penalti en pocos días, a Sergio Ramos marcar otro gol, y lleva 51, a Benzema hacer uno con una codicia nueva, a Bale repetir el de Lisboa y a Isco (tiene música en las piernas, dijo Herráez) hacer uno de gran belleza.

No marcó Cristiano, pero dos intentos muy bellos compensaron: una chilena y un empalme de rabona a un balón que le llegaba de arriba, que cogió puerta, pero al centro. Dos lujos. Estamos viendo un Cristiano menos ansioso y más disfrutón. Y si no marca goles, los da. También tuvieron sus minutos Jesé, que sigue para arriba, y Khedira, que no sabemos del todo si está o no está. Y quedó la preocupación por Sergio Ramos, que se retiró dolido. Eso fue todo, que quizá no sea poco, pero lo pareció por la falta de emoción. Y hoy, San Lorenzo-Auckland. Tampoco apasiona, pero es lo que hay.