Alejandro Blanco será reelegido este miércoles como presidente del Comité Olímpico Español (COE). Sin ningún opositor y con un respaldo aplastante. Las federaciones y las asociaciones de deportistas ya manifestaron públicamente su apoyo hace tiempo. Nadie le discute, al menos en voz alta. Aunque no siempre fue así. Su último mandato ha sido más turbulento de lo que se deduce de este dominio electoral. Las malas relaciones de Blanco y Miguel Cardenal, el anterior presidente del Consejo Superior de Deportes (CSD), situaron a los dirigentes federativos en un delicado brete. En los pasillos y en los confidenciales llegaron incluso a sonar nombres de posibles sustitutos para presidir el COE. Algunos se alinearon en uno u otro lado, aunque la mayoría se mantuvieron neutrales, indecisos e incómodos.

Los presidentes respiran ahora aliviados. José Ramón Lete y Blanco sí han hecho buenas migas, así que ya no tienen que elegir entre ‘papá y mamá’. En la entrevista que publicamos en AS, el mandatario olímpico se desquita: “El tiempo ha colocado a cada uno en su sitio”. Tampoco es la cuestión, porque seguramente el tiempo también esté colocando en su sitio a algunos a los que Blanco defendió incondicionalmente, como José Luis Escañuela y Marta Domínguez. La división y la toma de posiciones se extremó tanto, que en algunos casos no se calibraron los apoyos. Pese a ello, quienes conocen bien al gallego nos dicen con sinceridad que sus movimientos, acertados o erróneos, van siempre enfocados a la protección del Deporte. Con mayúscula. Y ese Deporte se lo devuelve con su plena confianza en la Asamblea. Por algo será.