Desde que llegó a la dirección de la Agencia en 2017, apenas se ha hablado de dopaje. Ante esa plácida falta de ruido, todos los secretarios de Estado miraron a otro lado.
La justicia no reconoce el pasaporte biológico como método válido de detección y sanción, lo que entra en contradicción con el Código Mundial Antidopaje.
Cobo no ha recurrido y la UCI ha reasignado la Vuelta a España de 2011 al británico, que no reniega de la victoria: “Más vale tarde que nunca”.
El pasaporte biológico es una de esas herramientas antidopaje más recientes, que aplicada con carácter retroactivo detecta anomalías que antes eran invisibles.
La Agencia Mundial Antidopaje ha aparecido al límite del plazo como salvavidas de la inoperancia española para proteger el pasaporte biológico.
Sus siete integrantes ponen en solfa innecesariamente el pasaporte biológico como método directo para sancionar al infractor. Y meten a España en un lío.