El análisis de Raúl Romojaro

Motociclismo | G. P. del Pacífico

El análisis de Raúl Romojaro

Nada está perdido

Robarle horas al sueño ha merecido la pena. El GP del Pacífico en el circuito de Motegi nos deja sabor agridulce, pero lo cierto es que el balance para el motociclismo español es positivo, como siempre que la presencia en el podio se convierte en la recompensa al esfuerzo de nuestros pilotos.

Hubo, por desgracia, cruz de la moneda. Toni Elías se fue por los suelos cuando, de nuevo, había puesto el punto de mira en un triunfo que debía afianzar su liderato en 125cc. Pero tampoco es momento de rasgarse las vestiduras. Una caída del manresano entraba en lo asumible en este final de temporada, por una simple cuestión estadística. No es habitual que un piloto, en ninguna cilindrada, complete el Mundial sin un solo accidente, eso es algo que se escapa de la norma, sobre todo cuando se compite tan al límite como lo hace Toni (entre otras cosas, por las carencias prestacionales de su moto).

En cualquier caso, la esperanza sigue viva. Si antes, con ocho puntos de ventaja sobre Poggiali, nada estaba ganado, ahora, con doce de desfase, nada está perdido. Con tres carreras aún por delante y 75 puntos en juego, Elías tiene opciones más que suficientes para recuperar el terreno perdido. Y, por lo visto hasta ahora, el catalán parece un piloto más frío, firme e inteligente que su principal rival (porque tampoco hay que descartar a Ui), sobre todo cuando lleguen las jornadas decisivas en las que, ya entonces sí, el título esté en juego.

Pero en el 'octavo de litro', también ha habido cara. La cara infantil, tímida e imberbe de Daniel Pedrosa. Hace una semana cumplió 16 años y ya se comporta como todo un adulto. Tiene calidad y temple para hacer grandes cosas, como ya lo es conseguir dos podios consecutivos (Cheste y Motegi). Atentos al último descubrimiento de Alberto Puig, porque su primera campaña mundialista está resultando más convincente y efectiva que la del propio Elías... Y ya vemos donde está Toni ahora.