Con la sentencia de la Audiencia Nacional, por fin se acabó el calvario.

La verdad es que me ha cambiado la cara. Llevo tres años intentando levantar la cabeza y por fin me han dado la razón.

¿Se plantea poner una querella contra el Consejo Superior de Deportes o el Comité Español de Disciplina Deportiva?

Sí. Lo que me han hecho a mí ya no tiene vuelta atrás, pero espero que no le pase a nadie más. Me han destrozado la vida durante mucho tiempo y me gustaría que no sucediese más con nadie. Vamos a exigir responsabilidades. Han actuado mal y se tiene que reconocer.

Le han hecho daño.

Sí, me han hecho mucho daño. Me han manchado moralmente, porque me acusaban de doparme cuando yo era inocente. Lo he pasado muy mal. Han sido meses de espera y de angustia. Me han obligado a no confiar ya en nada ni en nadie.

¿Cómo fue la reacción de la gente en Málaga, donde usted reside habitualmente?

Extraordinaria. Eso me ha ayudado mucho. Se han portado muy bien. Recogimos 10.000 firmas de apoyo en sólo un mes y tanto el Ayuntamiento como la Diputación también me apoyaron. Todos los partidos políticos se pusieron de acuerdo, y eso no es fácil.

Eso facilitó las cosas.

Sigue siendo muy duro, pero si en mi propia ciudad me hubieran condenado de antemano, no habría tenido fuerzas para seguir peleando durante todo este tiempo.

¿Y su familia?

Me han apoyado en todo momento. Mi madre ha sufrido mucho. El que todo se haya solucionado me alegra tanto por mí como por ellos, que lo han pasado fatal. (Su entrenador, Juanjo Sánchez, confiesa que la situación era tan dura que a la madre de Dana le ocultaban algunas cosas porque temían por su salud).

El control de Budapest, durante el Europeo, no estuvo bien hecho, según parece. Fue el día de su cumpleaños y batió el récord de España con 4,15 metros.

Se realizó en Praga y la máquina de analizar estuvo estropeada algún tiempo. Además, el análisis se tardó en hacer más de un mes, y en ese tiempo la orina se degrada y los resultados no son fiables. No sabemos dónde estaban las muestras en esos momentos. Los resultados del análisis y del contraanálisis diferían bastante. Todo estaba mal. Por eso la Federación Española no dio los resultados por buenos. Había demasiadas irregularidades. Desde luego, ese es un cumpleaños que nunca olvidaré.

Usted ha dado una lección de fuerza de voluntad y de carácter y ha seguido entrenándose cuando estaba sancionada.

Iba a las pistas y me preguntaba, ¿qué hago aquí? Pues el lila. ¿Para qué me entreno si no puedo ni siquiera competir. A veces cogía las cosas y me iba a casa.

Siempre habrá gente que piense que usted ha tomado algo.

Lo sé. Yo puedo asegurar que no he infringido las normas, pero siempre puede haber gente que piense que algo hay porque salió nandrolona en el análisis. Si dio positivo es que algo ha tomado, vienen a decir. Soy consciente de eso y no lo puedo evitar, aunque la verdad es que me he sentido mayoritariamente apoyada.

¿Qué motivos hay para que el Comité Español de Disciplina Deportiva se empeñase en mantener su culpabilidad?

No lo sé. Han ido a hacerme daño y lo han conseguido. Por eso vamos a emprender acciones legales.

Pep Guardiola es el último caso español con dopaje con nandrolona. ¿Qué le diría?

Si él asegura que es inocente, le creo. Le deseo mucha suerte. Sé el calvario que está pasando. Los positivos con nandrolona son muy extraños. Están saliendo muchos en los últimos años y eso no es normal. Con tantos millones como hay para la lucha contra el dopaje se podría hacer algún estudio serio para ver qué está pasando.

Y también está el caso de Llaneras, con un presunto dopaje con EPO que luego fue anulado.

Es tremendo. Te pegan el susto, te dan un resultado equivocado y no pasa nada. Es una barbaridad.

¿Desconfía de cómo se hacen los análisis antidopaje?

Totalmente. Antes yo pensaba que cuando alguien daba positivo es que era culpable. Ahora tengo claro que eso no es así. A veces los controles son una lotería y gente inocente como yo puede dar positivo.

Así que ahora irá con miedo.

Cada vez que tengo que hacerlos es como una tortura. Hasta que el resultado no es negativo casi no vivo. Pienso que puede pasar cualquier cosa. Desconfío hasta tal punto que ahora exijo que en la toma de orina siempre esté presente una doctora, para que certifique que la muestra es mía. No quiero problemas.