Francisco López Alfaro es el undécimo técnico en perder el puesto en una temporada que está demostrando que es peligroso sentarse en un banquillo de Segunda División. El número de despidos después de haberse disputado la jornada vigésima del campeonato de Liga es el más alto de los diez últimos años, sólo igualado por la temporada 1996/1997.
La quema empezó apenas iniciada la temporada. Juan Verdugo, tras la jornada segunda, fue destituido en el Córdoba. A partir de entonces, los entrenadores no han hecho más que caer. Gustavo Benítez (Racing de Santander), Juanjo Díaz (Badajoz), Carlos Granero (Levante), Antonio Tapia (Polideportivo Ejido), Josep María Nogués (Nàstic), Ciriaco Cano (Leganés), Crispi (Córdoba, otra vez), Celestino Vallejo (Numancia), Pedro Braojos (Murcia) y el citado Francisco (Jaén) completan una lista que se anuncia interminable y que puede hacer peligrar el récord de despidos en una temporada que, en la historia reciente, ostentaba la campaña 96/97, con 20 destituciones.
Así pues, los directivos siguen buscando en el relevo en los banquillos el revulsivo de sus equipos. En la presente temporada hay dos casos muy claros de que esta medida sí tiene efectos positivos. Son los casos de Racing de Santander y Badajoz. Quique Setién cogió al equipo en el puesto decimoctavo, a uno del descenso y, en trece jornadas, le ha llevado a coquetear con los puestos de ascenso. Algo parecido ha ocurrido con el Badajoz de Carlos Alhinho que, de ser el colista de la categoría en la jornada 11, ha pasado, tras encadenar siete victorias consecutivas, a ocupar una posición en la zona tranquila. Sin embargo, son excepciones. En los otros siete equipos de Segunda en los que se han producido destituciones, la cosa sigue igual y los técnicos entrantes apenas han mejorado los números de los salientes.
