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Pues 11 medallas aún son pocas

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Por fin nuestros atletas han salido por la puerta grande. Era algo que se veía venir. En cuanto se tomaran la temporada de pista cubierta en serio iban a quedar por delante de todas las potencias europeas en el medallero. No ha habido milagro, sólo trabajo y más trabajo. ¿O es que no se acuerdan cuando el año pasado, en los Mundiales de Edmonton, nuestra Armada fue la revelación de los campeonatos? Los chicos perdieron el respeto a los atletas africanos y las chicas, a las de los países del Este. Entonces fuimos sextos en la clasificación por puntos, que contabiliza hasta el octavo clasificado.

En Canadá tuvimos 17 finalistas y 13 de ellos hubieran subido al podio en unos Europeos absolutos. A poco que mantuvieran la forma, se iban a salir en la pista cubierta. Cambiaron vacaciones por entrenamientos y ahí está el resultado. Un monumento se merecen. Sobre todo, porque la Federación lo dejó bien claro: a los Europeos de pista cubierta sólo irán los que quieran. Todos dieron un paso al frente y han entrado en el Olimpo. No importa que estos campeonatos estén tradicionalmente devaluados por las ausencias. Ellos ya demostraron en Edmonton su valía y la han vuelto a demostrar ahora.

Y eso que no estaban Reyes Estévez, ni Redolat, ni Niurka Montalvo, ni los marchadores (Bragado, Massana, Márquez y María Vasco), ni los fondistas (Roncero y Ríos), ni nuestro mejor atleta de obstáculos (Berlanas), ni nuestra mejor mediofondista (Natalia Rodríguez), ni nuestros maratonianos, aunque en Edmonton echaran un borrón. Empezamos a hacer cuentas y resulta que tenemos un atletismo potentísimo y muy completo, merecedor no de esas once medallas, sino de muchas más. Por eso, esta vez, el número no importa sino que, por fin, estamos en la cima.