En Estados Unidos hay millones de niños que sueñan con ser rookie del año, miles de jóvenes que lo intentan, cientos que tienen posibilidades y apenas media docena que llegan a la votación final. Jefferson, Richardson y Tinsley aspiraban a ser el rookie cuando comenzó la temporada. Los tres se habían formado en prestigiosas escuelas del baloncesto estadounidense (Arizona, Michigan e Iowa, respectivamente), lo que les permitió llegar ya fajados a la NBA. Se colocaron, además, en tres buenos equipos: Nets, Warriors y Pacers. Los dos primeros incluso se han clasificado para los playoff.

Gasol, de un plumazo, ha acabado con las ilusiones de las tres mayores promesas del baloncesto americano, lo que se dice pronto. Les ha barrido en la votación, hasta el extremo de que sólo hay nueve precedentes de una diferencia tan amplia. Ni siquiera Michael Jordan fue elegido rookie del año con tanta ventaja. Gasol ya ha entrado en un palmarés en el que sólo aparecen los mejores jugadores de la historia: Jordan, Chamberlain, Abdul-Jabbar, Bird, Ewing, O´Neal, Iverson, Duncan, Carter... y desde ayer, Gasol. Fue a la NBA a ver qué pasaba y se dispone a regresar como un triunfador.

El mérito de Gasol es enorme. Porque lucha no sólo contra los mejores jugadores americanos, sino también contra los mejores europeos que, como él mismo, intentan la aventura. Este mismo año ha tenido entre sus rivales a Kirilenko, un ruso que juega en Utah y que fue quien nos machacó en los Juegos de Sydney. Desde hace quince años los europeos que destacan juegan en la NBA y hasta la llegada de Gasol ninguno ha logrado ser el rookie del año. Y estamos hablando de Sabonis, Divac, Stojakovic, Kukoc, Nowitzki... Sí, la designación de Gasol ha entrado en la historia del deporte español.