Las minorías también tienen premio

Las minorías también tienen premio

Tan justa es la designación de Sheila Herrero como ganadora del premio Reina Sofía, como injusta la no elección de Marta Domínguez. Es lo que tienen los premios cuando hay más de un candidato. Pero estamos hablando de unos premios, en este caso en categoría femenina, que son el máximo galardón institucional que pueda recibir un deportista junto a las Órdenes de Mérito. Los concede el Consejo Superior de Deportes de acuerdo con algunas comunidades, corporaciones locales, federaciones y deportistas, y a veces se encuentran con el problema en el que está sumido el deporte.

En el deporte de alta competición están mezcladas las churras con las merinas. Tan deporte es el fútbol como la colombicultura y el atletismo como el patinaje. A efectos administrativos, da igual que un deporte lo sigan millones de personas que un centenar, que tenga miles de practicantes que unas docenas. Todos tienen derecho a subvenciones, a reconocimientos, a estar en el Comité Olímpico Español, aunque el Internacional no les incluya en su programa olímpico, como es el caso del patinaje, porque dice, en este caso concreto, que es un deporte cuya práctica no está generalizada.

El Consejo no ha querido reparar en ello. Sheila no tiene la culpa de ser tan buena y de tener tan pocas rivales que gana diez medallas en los Europeos y cuatro en los Mundiales en el mismo año. Por eso le han dado el premio. Por eso y porque anda un poco decaída. Marta, en cambio, como corre 5.000 metros y practica un deporte tan básico que hasta en los países subdesarrollados hay campeonas olímpicas, sólo compite por una medalla. La ganó en los Mundiales de Edmonton y fue de plata. Pero nadie reparó en que su derrota fue ante una rusa que corrió pese a que se le había detectado EPO en su sangre.