La pica se quedó en Flandes

"Hemos puesto una pica en Flandes", comentó Lendoiro cuando el Deportivo ganó la Copa en el estadio Bernabéu el día del centenariazo. "A ver si la desclavamos en la última jornada", repuso Jorge Valdano. Pero no. El Madrid no desclavó la pica. La noche de Riazor fue para el Depor un festival, tan alegre si cabe como el de la final de Copa. El equipo jugó bien, desmadejó al Madrid, ganó con un resultado espléndido y acabó la Liga en segunda posición, con paso franco a la Champions, sin exámenes previos. Una gran temporada, un gran fútbol, una afición feliz.

Y un jugador extraordinario, Valerón. Un caso de lucidez futbolística, que ayer, moviéndose en el centro del cuadrado formado por Celades, Flavio, Pavón y Rubén, tuvo la ocasión de jugar a sus anchas. Pero no le hacen falta tantas facilidades para lucir su talento. Sus compañeros saben que si se mueven él les ve y se la pone justita, y ellos se mueven y la reciben justita. Es una gran noticia que Valerón alcance el final de temporada en este estado físico y de lucidez. El Mundial de Corea y Japón está ya ahí y con un jugador así está permitido soñar con cualquier cosa.

¿Y el Madrid? El partido de anoche fue la confirmación de que de sus reservas es difícil esperar nada. Es una necesidad imperiosa refrescar esa plantilla, apartar a media docena larga de jugadores desilusionados, descomprometidos, que encima cierran paso a los del segundo equipo. Con algo más de aportación de esta gente, que lleva dos años de comodidad en el banquillo, el Madrid no hubiera acabado la temporada con tan mala cara, con tres derrotas por tres goles en sus últimas tres salidas. Glasgow lo puede arreglar todo. Más vale, porque si no...