Una fórmula acertada

Una fórmula acertada

Ayer vimos una etapa con una fórmula que se va a terminar de imponer como el mejor recurso en el futuro. Un trayecto corto (150 km), tres vueltas a un circuito y en él, a 19 km de meta, una dificultad montañosa para romper la carrera. Es una fórmula buena para el tráfico, porque toca pocas carreteras, para el público, porque puede ver a los ciclistas salir, llegar y pasar dos veces, y también para el espectáculo, como se pudo comprobar ayer.

La colocación de un puerto a poca distancia de la llegada es un punto esencial para dinamizar una carrera. Ayer vimos como los equipos de los velocistas se cortaban de controlar el pelotón para buscar el sprint porque sus sprinters se podían asfixiar en la ascensión. Mala suerte para Kelme, porque Vicioso sí habría podido con el puerto. Puso tres hombres a trabajar, pero no fue suficiente. Pero, en cualquier caso, hay que aplaudir su combatividad. Pelean por todas las etapas, nunca arrojan la toalla.

Y mala suerte también para Pereiro y Astarloa, que pillaron la fuga buena, pero se toparon con un difícil cliente: Rik Verbrugghe, el mejor contrarrelojista de este Giro, que hizo valer su clase para ganar. Pero, como todos lo días, hubo representación española entre los protagonistas.