Luis Aragonés se ha convertido en un especialista en las segundas vueltas. No suele empezar bien y siempre acaba como una moto. Por ejemplo en la temporada 94-95, el Sevilla en la jornada quinta era undécimo y al final acabó quinto y en la UEFA. En la 95-96, el Valencia era noveno después de cinco partidos y concluyó segundo. En la campaña 00-01, con el Mallorca ocupaba el puesto 18 después de cinco encuentros y acabó el tercero. Por lo tanto con Luis en el banquillo los últimos diez partidos siempre son decisivos.