De la crisis al desastre

Liga de Campeones | Real Madrid 0 - Roma 1

De la crisis al desastre

De la crisis al desastre

El Madrid perdió ante el Roma. Se clasifica a segunda ronda pero deja una imagen caótica y preocupante.

Es muy triste que te supere un equipo por el simple hecho de llevar la camisa por dentro de los pantalones. Pues eso ocurrió ayer. Llegó un equipo ordenadito, el Roma, y le hizo un destrozo bestial al Real Madrid de los cinco magníficos, un equipo tan rutilante como inoperante que se clasifica para la segunda ronda de la Champions por la puerta de atrás. Y gracias.

No me malinterpreten: los italianos no son unos tarugos, también saben, pero la anarquía ajena les abría ayer autopistas y por allí conduce cualquiera. Lo peor de cometer fallos es que se vaya corriendo la voz. Y ya todo el mundo, de Santander a Roma, conoce las debilidades del Madrid, los huecos que deja Roberto Carlos, los problemas de la defensa para sacar el balón jugado cuando se siente presionada, la enorme distancia entre líneas...

El Madrid carece del recorrido largo, todo es tocar y tocar, siempre en corto, como en un rondo, puro ornamento. En fin, unos huevos fritos en el que todos ponen las puntillitas y Raúl las yemas. No es posible que funcione un equipo en el que Figo, Zidane, Raúl, Ronaldo y Roberto Carlos, ¡un defensa!, se sienten con libertad absoluta para hacer cuanto les viene en gana. Eso no hay quien lo resista y además provoca situaciones absurdas, en forma de aglomeraciones de futbolistas en un metro o hectáreas sin ocupar.

Odio el mecanicismo pero aquello del "vamos chicos, salir y jugar como sabéis" sólo se puede aplicar cuando los chicos también son capaces de imponerse una cierta disciplina. Y eso lo hace Raúl, pero no lo consigue Figo, empeñado en cambiarse de banda cuando su peligro está en la derecha y en los pases con rosca, es increíble que no se dé cuenta. De desbordar ya ni hablamos.

Tampoco hablaremos de las faltas, siempre improvisadas (ayer intentaron una ensayada y fue peor), o de los saques de esquina, una tómbola. No hay una sola respuesta para las preguntas habituales que surgen en un partido. Ni les cuento cuando aparece un problema.

El Madrid es un columpio. Cada vez que ataca se fractura. Por eso cada vez que ayer perdía el balón arriba propiciaba un contraataque casi letal y se convertía en un pim-pam-pum lamentable. Si el Roma no metió 17 goles fue unas veces por fueras de juego decididos por centímetros, otras por su propia ineficacia y siempre por Casillas, el único a salvo de los palos.

Eso del doble pivote es un invento muy pijo, pero en el centro del campo tiene que haber cuatro tíos, dos que sujeten las alas y dos que taponen el centro, me da exactamente igual que los pongamos en rombo en W o haciendo el pino, pero deben estar. Y no están. Por eso es injusto echarle el muerto a Makelele y Cambiasso, dos náufragos en el océano que recuerdan al tipo del chiste que paraba la orgía para pedir organización, harto de recibir empellones (o similar). Si Roberto Carlos juega de extremo, pongamos por detrás a un lateral, o si Figo juega por libre pongamos a un tipo que fije la banda. Lo sé, necesitaríamos 22.

Hay que admitir que cuando en la segunda parte el equipo apeló a la heroica, el desorden cedió protagonismo en favor de virtudes como la entrega y el entusiasmo. Pero no es admisible que estas reacciones sólo se den con la soga al cuello. Y tampoco hay que emocionarse mucho porque ni así el Madrid fue capaz de doblar la resistencia del Roma. Entre los bombardeos destacó Walter Samuel, un central de verdad (y lo digo sin mirar a nadie), un tipo rocoso, serio, con oficio, argentino.

Raúl tuvo hasta tres ocasiones claras, de las que no falla casi nunca. Incluso gozó de varias Ronaldo, mucho más activo que otras veces (pero aún lentísimo) o Morientes, que no aprovecha las oportunidades (pocas, es verdad) que tiene de generar un debate nacional.

Y todo nos lleva a Del Bosque. Porque ya no queda ningún sitio a dónde mirar. El equipo está completo, y hasta con carrerilla, pero todos los vicios denuncian falta de sistema y de orden, esa solidez que permite guarecerse cuando no hay inspiración, sobrevivir en las trincheras, cuando disparan los otros.

Debe ser complicado coordinar tanta estrella, pero esta misma suposición es un insulto para el resto del mundo porque es más complicado no tenerlas. Y el Madrid empieza por no ocupar el campo con lógica. Empieza abierto y no se encierra nunca. Se inventa geometrías que justifiquen el desbarajuste. La izquierda desguarnecida para que suba Roberto Carlos, la derecha poblada para que luego se despoble. Arriba, la caballería; en el centro, dos futbolistas y por detrás Helguera (que no es defensa) y Hierro (que lo fue). Llegó el momento de que juegue el entrenador.

Primero o segundo

El Madrid está clasificado. Para ser primero tiene que ganar al Genk y le vale el empate siempre que Roma y AEK también empaten. El otro clasificado saldrá entre Roma y AEK.