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Primera | Real Madrid

El fútbol ganó al basket

Los baloncestistas ganaron en su terreno (51-71). Los futbolistas remontaron en el suyo (14-4). Como los goles valían 5 puntos el resultado final fue 121-91.

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Partido de baloncesto: los altos lanzan desde la línea de tres puntos para no abusar. Los futbolistas lo intentan desde la misma distancia. Y las meten, ojo. La pintura debía parecer el área del Bayern. Debía, digo, porque ayer se jugó el primer partido benéfico de la historia a puerta cerrada. Y recaudaron fondos, 1.000 juguetes, en concreto.

Según las crónicas oficiales, el partido de basket acabó 51-71 a favor de los profesionales de la cosa. García Coll fue el árbitro. Guti y Raúl fueron los estiletes del equipo de fútbol, aunque también destacó Cambiasso como base con fundamentos (el reciclaje no es descartable). Se cuenta que Valdano, cuando Raúl anotó un triple a falta de tres segundos, exclamó: "¡Asumiendo responsabilidades hasta en estos partidos!". Como ven, Valdano no exclama como usted o como yo, con monosílabos irreproducibles.

Hace 20 años, en un partido de estas mismas características, García Remón, portero conocido como el Gato de Odessa por sus legendarias estiradas en la ciudad del mismo nombre, aprovechó su condición de ex baloncestista del Canoe para plantar cara a los chicos de Ferrándiz. Lo hizo secundado por Miguel Ángel en plan Corbalán. Luyk, en cambio, guardameta ocasional, todavía se lamenta de ser el portero más goleado de la historia del Madrid (le cayeron 20).

Pero regresemos al partido de ayer. Tras media hora de basket, se jugó la vuelta. Para igualar fuerzas cada gol valía por cinco. Pero en esta ocasión los chicos del fútbol no tuvieron piedad y ganaron 14-4, los cuatro últimos goles, obra de Morientes. El resultado final: 121-91. No se asusten: Ronaldo no jugó (luego está intacto), los tocados se abstuvieron.

Visto lo visto (aunque casi nadie lo vio) habrá quien concluya que es más fácil jugar al baloncesto que al fútbol. Verdad mentirosa. Pero sí puede decirse que el futbolista del Madrid, perro viejo, odia perder hasta en los benéficos a puerta cerrada. Mientras, el jugador de basket, históricamente más académico y exquisito, prefiere no abusar. Y de tanto no abusar, termina por no abusar nunca.