En el pecado llevan la penitencia

En el pecado llevan la penitencia

Será un pecado venial, pero pecado al fin y al cabo. Y como los jugadores de baloncesto del Madrid jugaron en Navidad, en el pecado llevaron la penitencia, que la Navidad está para comer turrón y pasarla en familia, no para llevarse berrinches, que ya hemos visto cómo acabó el torneo madridista. La verdad es que el equipo no estaba para muchos trotes, y como los jugadores menos aún, pues éstos no tenían más que haber hecho valer el artículo 29 del capítulo VII de su convenio colectivo para decir que no jugaban. Y tenían todo su derecho, pero mejor callarse que no estaba el horno para bollos.

El mencionado artículo dice: "La ACB no programará competición alguna para los días 24 y 25 de diciembre, así como tampoco los clubes o SAD, ni tan siquiera entrenamientos o desplazamientos ni cualquier otra actividad laboral". La verdad es que tampoco hay que armar un pitote en Navidad y denunciar el convenio pues se trata de un torneo festivo y voluntario, pero cuando está cayendo la que cae en el equipo de baloncesto, y ya que se trata de un convenio tan serio que regula las condiciones de trabajo del jugador profesional, el club también lo podía respetar y ahorrar así a todos un atragantón.

El Madrid saca sólo a su equipo de veteranos, y todos tan contentos. Los profesionales, porque se quedan en casa; los veteranos, porque son los protagonistas; la afición, porque sale aplaudiendo con las orejas; el club, porque rinde culto a su memoria. El torneo, antaño, tenía sentido. Lo inventó en 1966 Saporta para llenar unas fechas en las que no había nada y para tener el gustazo de tomarse la revancha ante los equipos que habían tenido la osadía de ganar al Madrid en la Copa de Europa. Ahora, como en el club nadie quiere saber nada del baloncesto, ya vemos para qué vale el torneo.